Es el resultado de la reforma de tres antiguas casas adosadas, en las que se ha trasladado la entrada al jardín interior y se han doblado algunas fachadas para crear galerías en los espacios que quedaban. El proyecto rompe los rasgos tipológicos de las viejas casas y crea una vivienda unitaria: un volumen escalonado desde la fachada sur hasta la medianera de la banda oeste, con un muro doblado de ladrillo coronado con almenas. En las fachadas se utilizan numerosos elementos de madera, como los puntales de las esquinas. El interior recrea un ambiente fresco, con glicinas y ornamentaciones árabes, un refugio idóneo para el arquitecto después del exilio.
La casa está rodeada por un jardín con una valla de ladrillo y rejas de hierro.
Como debía ser una casa de verano aisló las fachadas de mediodía y de poniente con unas nuevas, paralelas a las primitivas, dejando galerías entre ellas para mermar el efecto de la insolación.
Mientras Puig vivió allí las fachadas estaban tapadas por hiedras y una parra.
El interior presenta innumerables rincones, diferencias de nivel, perspectivas alargadas y puntos de vista estrechos y delgados con transparencias filtradas por rejas y cortinajes, incluso vegetales.
En 1897 Puig i Cadafalch pidió el permiso para realizar la modificación de tres casas adjuntas que había adquirido en la calle Dolors Montserdà de la villa de Argentona, donde tenía prevista su residencia temporal. De estas tres casas viejas, Puig i Cadafalch hizo una sola, pero aprovechó las paredes antiguas, que no se unían en ángulo recto en ningún rincón. Como en otros casos, no firmó él mismo los planos. Lo hizo, como en la casa Coll i Regàs de Mataró, Antoni Ma. Gallissà, discípulo predilecto y ayudante de Elies Rogent. Sin embargo, pudo hacerlo el propio Puig ya que su dimisión del cargo de arquitecto municipal de Mataró, aunque reciente, ya se había producido.
