El edificio Sant Quintí I forma parte de un proyecto más amplio que incluye un conjunto de viviendas y apartamentos que ocupa uno de los lados y dos chaflanes de una manzana del Eixample, edificios independientes por el tipo de promoción, aunque manteniendo la unidad de fachada y de acceso a la planta de aparcamiento.
Consta de 87 apartamentos amueblados de alquiler, oficinas, locales comerciales, lavandería común, bar-restaurante conectado con el vestíbulo y aparcamiento.
Se trata de un edificio exteriormente compacto, hermético, donde la fachada se muestra como una envolvente que lo cubre aunque incluso intenta abarcar las plantas ático, perforada por aberturas, donde no se distinguen las funciones del interior y que, determinada por la geometría de esquina del ensanche, adopta diferentes alteraciones en los voladizos para acentuar la unidad de fachada y dar dirección a la misma.
Las dos plantas ático, retranqueadas respecto a la fachada, se entienden como parte de la misma, pertenecientes a la misma envolvente, y se utiliza, además de la variación entre las plantas tipo, una estructura metálica añadida a las terrazas de áticos como elemento que difumina las variaciones con el resto y da dirección longitudinal.
El esquema sigue la tipología del Eixample barcelonés, con el patio interior como elemento vertebrador de las viviendas. Muy luminoso, con paredes alicatadas de azulejo blanco, es atravesado por los caminos de acceso a los apartamentos, con apertura al exterior y al sol a través de una escalera circular de 4 m de diámetro en la zona central, de cristal y conectada en el patio de manzana orientado a SO.
El patio central, al que ventila la mayoría de dormitorios, organiza la distribución en planta, y también en altura puesto que llega a la planta baja y puntualmente hasta la planta sótano y constituye el gran espacio de vestíbulo.