-
1964 - 1966
-
Polideportivo Premià de Dalt
Brullet - De Luna Arquitectes, Manuel Brullet i Tenas, Alfonso de Luna Colldefors
Situado en un magnífico paisaje sobre las primeras estribaciones montañosas del maresme, su forma y dimensión se relacionan con los suaves perfiles de la geografía del entorno. El polideportivo se concibe como un volumen definido y compacto, colocado en la pendiente y con una parte propia empotrada en ésta. Situado en el extremo de poniente de la parcela, preside el conjunto de equipamientos y ofrece una clara imagen del acceso abierto desde la calle. La resolución de la cubierta, de chapa galvanizada, obedece a una directriz curvilínea que da unidad a su perfil y lo relaciona con la suavidad de las colinas que rodean Premià. Esta directriz se repite de forma invertida en el interior, obteniendo un gran ventanal orientado al norte que ilumina la pista de juego. En el lado norte, el terreno se enlaza con un plano inclinado pavimentado sobre el que aparecen tres grandes lucernarios que iluminan los vestuarios de la planta inferior. La cota de acceso del público desde la calle se mantiene atravesando transversalmente el edificio hasta llegar a las gradas que se convierten en un gran mirador en vuelo con vistas al mar y al paisaje. La intensa luz del sur se controla yuxtaponiendo un cuerpo bajo que contiene las gradas y el paso principal de espectadores. Los árboles existentes (algarrobos, almendros y olivos) que se conservan y se incorporan a la urbanización proyectada. Se reserva un espacio conectado con los vestuarios y la entrada desde el exterior donde se ubicará un gimnasio. En el exterior, el hormigón de la estructura vista, los testeros de ladrillo y el cristal de las ventanas construyen las fachadas.1990 - 1994
-
siglo XX
-
Casa B
La parcela tiene una marcada pendiente que condiciona la disposición de la casa. La primera línea de pinos, paralela a la calle de acceso, se mantiene intacta, mientras que la casa se adapta a la topografía en distintos niveles por medio de una sucesión de pliegos que siguen la orografía de las curvas de nivel. La casa está formada por un único espacio donde los planos verticales, con sus cambios de dirección, amplían o comprimen un recorrido horizontal donde se generan las diversas estancias, mientras que, en vertical, unos tramos de escalera estrechos se cuelan por los muros de contención, se adosan a los planos de fachada o se apoyan en unas perforaciones puntuales de los forjados para salvar los distintos niveles. Una bandeja alargada con el perímetro roto aloja la planta principal elevada sobre unos pilotes inclinados que simulan la verticalidad irregular de los troncos del bosque. Un último nivel inferior, medio abierto, alberga las actividades más lúdicas.1997 - 2003
-
CAP Cotet
AIS Grupo, BAAS Arquitectura, Jordi Badia i Rodríguez, Jero Gutiérrez, Francesc Sandalinas
El proyecto nace de la voluntad de cualificar el espacio interior y de integrarse con naturalidad a la escala del entorno. Todo el programa se ubica a pie de calle, en un esquema de dos hileras de consultas que enmarcan una sala mas alta que recibe la luz del norte a través de una ventana alta. Un cuerpo clásico de tres naves, a modo de capilla, donde la mirada se dirige al cielo. Desde el exterior, el edificio da muy pocas pistas sobre su espacio interior y se blinda con su opacidad a la calzada, respondiendo a las necesidades de privacidad del equipamiento. El recorrido de acceso es gradual, invitando a la calma. Un porche recibe al visitante en un gesto de bienvenida, prolongando la calle, donde un largo banco permite al visitante descansar y respirar aire fresco a la sombra. Al final del recorrido, un muro inclinado te introduce en la nave, acompañándote con amablemente, para descubrir con cierta sorpresa la riqueza y la luz del interior. Los materiales utilizados son los tradicionales del lugar: ladrillo cerámico para las paredes y el fondo, hormigón en su estado más austero y madera de pino barnizada. Todo construido por artesanos locales con la clara intención de perdurar en el tiempo. En el interior, el material y el espesor de los muros favorecen una inercia térmica que, como siempre ha ocurrido en la arquitectura tradicional, favorece un clima más templado. El edificio se protege del sol y se ventila de forma natural abriendo las altas ventanas al norte, refrescando y renovando todo el aire del interior.2022