El encargo consistía en la reforma de un local comercial de 200 m2 situado en la planta baja de un edificio de finales del siglo XIX en el Eixample de Barcelona, local que había sufrido diversas intervenciones que habían enmascarado su carácter. Por otra parte, el local se destinaría a Bar-Hamburguesería, abierto de 9:00 a 24:00 h, y compatible con las diferentes franjas horarias de servicio; desayuno, almuerzo, cena y copas.
La estrategia principal consistió en la recuperación de lo que se consideraba esencial: percibir la amplitud del local y potenciar su carácter industrial mediante la recuperación de su característica materialidad. La intensificación de la memoria material no es en absoluto nostálgica o romántica, sino que se optó por una actitud sin prejuicios e integradora que no discriminara entre esto o aquello, sino que optara por esto y aquello; de este modo, se actualizaron ciertas capas de un pasado que conviven con otras capas añadidas, evitando la relación por contraste (lo nuevo frente a lo antiguo) o integradora (lo nuevo sometido a lo antiguo).
Las diferentes áreas que conforman los usos del bar se definieron a partir de la especificidad del mobiliario y de la iluminación, en una secuencia lineal de usos de 25 metros de longitud que comienza con el espacio exterior- cubierto de entrada, hasta llegar a la cocina.
El proceso de proyecto y de obra fue extremadamente rápido (tres meses en total) y, junto con unas fuertes constricciones económicas (320 €/m2), hacían que fuera fundamental una estrategia clara y determinada: EL BRICOLAJE. Éste ha permitido operar en una secuencia abierta, donde los errores y las modificaciones de obra se incorporaban al resultado final en un proceso de acción-reacción y donde la convivencia entre diversas contradicciones aparece como valor añadido. Una actitud sin prejuicios que opere con una técnica híbrida capaz de lidiar con materiales y técnicas de distintas procedencias, sean físicas o temporales.