La casa está construida en uno de los últimos solares vacíos del centro histórico. Al final de una manzana de casas tradicionales en hilera, el solar estaba definido por una alta pared medianera e imponentes muros perimetrales de piedra semiderruidos – restos de una casa desaparecida hace siglos – en tres calles empedradas, cada una de fuerte pendiente. El solar fue utilizado durante generaciones como huerto improvisado y gallinero. Una amplia puerta en arco en la esquina del solar, y los antiguos apoyos para las cabezas de bigas de madera, daban a entender que había sido habitado.
Partiendo de la geometría irregular del solar, se busca una volumetría y una composición de fachadas capaces de responder al entorno urbano inmediato y al mismo tiempo dotar a la casa de un patio. La ubicación de las escaleras, las chimeneas, la composición de las ventanas o los contornos de los techos pretenden enriquecer y articular una casa cuyo volumen está inscrito en un polígono.
Dentro de los muros perimetrales existentes (que por normativa se tenían que mantener) se inscribe una planta en forma de L que encierra un patio por el que se accede a la nueva casa. Los muros de piedra restaurados, sin pintar en parte del patio, sirven de telón de fondo a este espacio parcialmente cubierto. Concebido como una habitación exterior, está flanqueado por la cocina y la escalera principal y una sala de estar, anclada por una chimenea, que recibe luz natural adicional de una ventana alta en un rincón oscuro de la planta.
Dos escaleras de generosa altura, se ubican a lo largo de la medianera. La primera de ellas nos lleva a la planta primera que contiene dos habitaciones y donde un vestíbulo de doble altura, iluminada por una alta ventana en esquina, aloja una segunda escalera más liviana de madera pintada, que nos conduce a la planta superior. Aquí, un salón con vistas al mar sobre los tejados vecinos está acompañado por un pequeño office y una habitación.
Una habitación de seis lados, un lucernario achaflanado o un patio casi triangular, surgen de las huellas de la casa que fue, una presencia aún palpable en el carácter del nuevo edificio y que comparte con el entorno urbano pétreo en el que se asienta.