La casa Joaquima Vendrell se encuentra en la esquina entre la calle Vallhonrat y el pasaje Prunera. Es un edificio de viviendas entre medianeras que consta de planta baja, entresuelo, seis plantas y azotea. Hay cinco viviendas por planta, de unos 76 m2, con una distribución desigual. La fachada se articula desde la esquina, de forma redondeada, de forma simétrica.
En la planta baja las aperturas siguen un ritmo regular y tienen las jambas marcadas por una moldura lisa que terminan en una pieza rectangular a modo de ménsulas que aguantan el dintel. La puerta principal, situada en la calle Vallhonrat, tiene un encuadre desgajado. Este nivel tiene el paramento cubierto por losas de piedra a diferencia de los niveles superiores que están enlucidos y pintados.
A partir del primer piso, la fachada se dobla creando una forma triangular siguiendo dos ejes longitudinales en la calle Vallhonrat, y otros dos en el pasaje Prunera. En estas dos fachadas todas las aperturas, que siguen un ritmo regular, están adinteladas; en el primer y cuarto piso hay un balcón corrido que sigue las formas triangulares. Este cuarto piso queda coronado por una cornisa y a partir de ese nivel, el plano de la fachada retrocede en diagonal lo que hace, que del último piso sólo sean visible desde la calle los cuerpos triangulares que, como no retroceden como el resto del muro, quedan a modo de torre.
La esquina, de forma redondeada, tiene una tribuna que sobresale en el entresuelo y hace de balcón en el primer piso. En el primer, segundo y tercer piso hay un volumen cúbico que sobresale, el superior menos que los otros dos, y aquí se abren ventanas. En el segundo y cuarto piso hay balcones que recorren la esquina, mientras que en el tercer piso hay dos balcones y se deja la esquina libre. El quinto piso no tiene balcón, pero está coronado por una cornisa. El último piso queda como si fuera una torre, al igual que los cuerpos triangulares de las otras dos fachadas.
El paramento está pintado de blanco salvo los cuerpos triangulares, balcones, la tribuna y las cornisas que están pintadas de rojo. Este juego de volúmenes, enfatizado con el uso del color, muestra la influencia del expresionismo y del cubismo en la construcción del inmueble.
Este edificio está abierto del arquitecto Ramon Puig i Gairalt. Aquí experimentó la solución de la fachada que le llevará hacia el rascacielos de Collblanc (obra proyectada en 1931), ya de un marcado carácter racionalista.
Ramon Puig i Gairalt fue uno de los arquitectos novecentistas en su definición de la modernidad a pesar de no tanto en su desarrollo estilístico, le debemos, por ejemplo, el primer proyecto de aeropuerto para Barcelona.