El Cementerio de Roques Blanques está emplazado en la Sierra de Collserola en Barcelona, al pie del Pico Madrona, donde el macizo montañoso se da con el trazado natural de la torrentera de Rubí.
La topografía, muy irregular, con pendientes entre 15% y 30% y carácter boscoso de la zona, con pinos, determinaron con mucha fuerza la imagen del sitio.
La primera de las decisiones de proyecto ha sido diseñar los nichos como muros de contención, para permitir la creación de terrazas que a modo de franjas agrícolas se van adaptando a las pendientes de las montañas que cierran el valle.
Estas terrazas se agrupan en número de dos o tres, formando conjuntos cerrados, con un pavimento de árido fino y con una plantación de árboles originarios del lugar, combinado con árboles más propios de jardín (palmeras, plátanos...) y con arbustos recortados según formas geométricas, tomando el aspecto de un jardín abandonado anillado en el paisaje.
Ante los muros, una estilizada pérgola con hiedras, jazmines y glicinas posibilita la creación de un ámbito más íntimo al tiempo que ayuda a crear una escala más global del lugar.
Reducimos así la forma de asentamiento agrícola típico del mediterráneo, así como la de los jardines situados en zumbidos de similar topografía.
Este conjunto de agrupaciones se recorre mediante una carretera de circunvalación de una sola dirección, asentada sobre unos caminos existentes de los que cuelgan las distintas agrupaciones con salidas y entradas autónomas.
La unidireccionalidad de la carretera, al tiempo que imposibilita el perderse, porque siguiéndola en la dirección indicada se sale al lugar de partida ofreciendo todos los puntos de vista posibles sobre el paisaje y por tanto un intenso conocimiento geográfico del lugar que se visita.
La antigua masía que se reconvierte en sede de los servicios de administración es el lugar de inicio y final de este recorrido. Unos cuerpos de nueva construcción sustituyen a las antiguas construcciones adosadas, al tiempo que liberan dos patios alrededor del volumen principal que lo cierran respecto al exterior.
La totalidad del cementerio, tanto edificios como muros, se construyen con bloques de hormigón prefabricado, ritmado por una pieza de piedra artificial, al que al tiempo le da un aspecto de actuación dispersa en el espacio, y se relaciona con las construcciones agrícolas que se encuentran esparcidas por toda la zona.