En la Barcelona antigua, entre las joyas arquitectónicas que guardan la pátina de la nobleza, algunos casales, obedeciendo a las necesidades y al gusto de la vida moderna, toman fisonomía de palacios novatos, dentro de las líneas de antigua nobleza.
Uno de ellos es la antigua casa Mornau de la calle Ample, propiedad del heredero Nadal, descendiente de la antigua familia fundadora, quien contó entre los suyos el sabio arzobispo Dr. Félix de Amat de Palou de Savall i de Montbui, confesor del Rey Carlos IV.
El hermoso palacio que hoy auca sus muros blancos y sus balcones dorados en las oscuridades de la calle Ample, ha sido conservado por sus herederos en toda la pureza de sus líneas y de sus bóvedas. Fue restaurada con motivo de la boda del heredero de los Mornau con la hermosa hija de los barones de Quadras; un marqués rejuvenecido para la bella María de Cuadras que, en otras dos ocasiones, primero como soltera en el palacio de sus padres, como novia después, y ahora rodeada de una nueva belleza, con la noble corona de la maternidad, ha venido a honrar las llanuras de FEMINAL.
Las fotografías que hoy traemos reflejan de uno de sus más importantes hechizos: el del color.
Y hay que ver los hermosos salones blanco y oro y Luis XV; la antigua cámara de puro estilo, con hermosas escenas de la Creación pintadas en los muros, donde murió el arzobispo Amat, religiosamente conservadas por los descendientes del ilustre hijo de Cataluña; los antiguos retratos, los tapices preciosos, las joyas de arte que campean por todas partes en la noble casa, la biblioteca, en la que, además de 5.000 volúmenes, se conservan religiosamente las colecciones del Diario de Barcelona desde su primer número; el lujo moderno en todo su refinamiento en las habitaciones particulares, sobrias, elegantes, señoriales, bien dignos de la joven pareja quien ha hecho su nido entre aquellos muros antiguos, donde ríe hoy la gracia de un pequeño heredero, blanco y rosado como una flor de almendro entre las blondas y encajes de nieve...
Y hay que mirar de cerca las vitrinas, que guardan un tesoro en joyas antiguas, entre aquellas que fueron propiedad del señor Arzobispo, y son verdaderamente remarcables.
En la cámara donde entregó el alma a Dios el Doctor Amat, las familias Mornau, Artós y Nadal, descendientes del ilustre sabadellense, conservan piadosamente, además de los muebles y pinturas murales (entre las que hay que remarcar un San Antonio hermosísimo), un Crucifijo de gran mérito artístico e histórico, pues fue regalado por el Rey Carlos IV a su confeso.
El oratorio; el bonito patio central, el vestíbulo ornamentado de los retratos familiares y de muebles y tapices remarcables, son dignos de mención.
Y, para terminar, debemos hacer justas alabanzas de las obras de restauración, confiadas a verdaderos artistas, a los que bien podemos llamar el joven arquitecto D. Manuel Raspall, a quien fue confiada la delicada obra.
El poco espacio del que disponemos nos priva de detallar mejor lo que es este interior barcelonés que embellece hoy nuestras llanuras, y lo sentimos realmente, ya que hay materia muy interesante en todos conceptos.