La torre de Agell, por sus proporciones, toma un carácter señorial. La tipología adoptada nos acerca a la característica de los palacios medievales, ya que la planta cuadrada genera en medio un patio y, en su entorno, una galería. La disposición, en dos de los flancos del edificio, de dos torres que sobresalen de la volumetría recuerda a los palacios fortificados.
El edificio, de dos plantas, tiene la cubierta de tejas planas de encaje, a cuatro vertientes, y con una barbacana sostenida por cartelas. El porche semicircular que da acceso a la entrada se rodea por columnas jónicas que sustentan una terraza descubierta en el primer piso. En la fachada opuesta hay una terraza porticada, en cuya dovela central está representado el relieve de un almendro, emblema de la familia propietaria original.
La disposición del acceso principal; la aparición de terrazas y porches donde se alternan columnas jónicas y, en otros, arcos de medio punto, dan al edificio ciertos ecos medievales y, a la vez, clásicos. En las aperturas, la aplicación de esgrafiados con detalles de filigrana (obra de Joan Mirambell) y en uno de los lados la disposición de un banco empotrado con el respaldo de baldosas decoradas (obra de Francesc Domingo) acaban de dotar al edificio de un carácter noucentista. Este banco está alicatado con cerámica de cenefas y motivos florales y, en lo alto, hay tres dibujos. En el del centro aparece un almendro con la inscripción "El almendro, árbol de Catalunya". Los dibujos laterales muestran a una chica con una cesta de flores y un labrador.
Al tratarse de una torre aislada, fue el arquitecto Rubió i Tudurí quien proyectó el extenso jardín estructurado geométricamente por la topiario, dejando que las once hectáreas de bosque que rodean la finca crecieran de forma más espontánea.
La torre se edificó en una extensa finca rústica muy cerca de la antigua capilla de Santa Elena de Agell, mencionada ya en el siglo X, y del Mas de "Ca l'Arnó", hoy denominado "Cals Frares" (1235 ), que durante unos años fue la masovería de la propiedad.
Los terrenos eran, desde el siglo XVIII, propiedad de la familia de Teresa Amatller i Cros (1873-1960), hija del prestigioso chocolatero, que fue su promotora. Un primer proyecto se debe a Josep Sala i Comas, pero, en 1918, fue Lluís Bonet i Garí quien se hizo cargo.
En 1943, Antoni Amatller dio la casa a la Sección Femenina, que la destinó a un albergue. Recientemente, la Generalitat de Cataluña adquirió la casa y la condicionó para que funcionara como albergue de colonias. Las obras de reconstrucción de tejados, restauración y consolidación de fachadas y añadidura de una nueva construcción fueron dirigidas por el arquitecto Agapit Borràs.
En la actualidad, el edificio forma parte de la red nacional de albergues sociales de Cataluña.
Edificio de tres plantas de estilo noucentista que mantiene las características originales desde su construcción. Reconocible de lejos por las dos torres acabadas (de tres y cuatro plantas) con un techo acabado en pincho. Cabe destacar las fachadas que están enlucidas y decoradas con esgrafiados. También conserva el porche semicircular que da acceso a la entrada, caracterizado por la presencia de seis columnas con capiteles de orden jónico. Sobre los capiteles reposa una azotea descubierta a la altura del primer piso, con balaustrada, también de forma semicircular. En la fachada opuesta se encuentra otra terraza cubierta sobre un porche con arcada. En este lugar, sobre la dovela central, encontramos el relieve de un almendro, emblema de la familia.
Cabe destacar también el banco adosado en uno de los muros laterales, que se encuentra decorado con un alicatado de cerámica con cenefas y motivos florales, una escena bucólica y el omnipresente almendro.
Adosado a la torre noucentista, encontramos un conjunto moderno de orden racionalista.
La torre se encuentra rodeada por un gran y elegante jardín, que pese a no tener evidencias documentales, parece que fue proyectado por Nicolau Maria Rubió i Tudurí.
La finca, conocida con el nombre de Torre Ametller, pertenecía a la familia de los Amatller, concretamente a Teresa Amatller i Cros, hija del fabricante de chocolate Antoni Amatller, y fue construida en los años 20 del siglo XX. Durante la Guerra Civil, la torre sirvió para alojar a refugiados. Posteriormente, la propietaria se vio forzada a ceder la casa al régimen, que la habilitó para la Sección Femenina del Auxilio Social, y fue administrada por monjas hasta el año 1977. Posteriormente sería orfanato y finalmente adquirida por la Generalitat de Catalunya.
En la actualidad es un albergue de la Generalitat de Cataluña, con número de registro DGJ8 y capacidad de 167 plazas.