El edificio Almatà supone la introducción en Balaguer del primer edificio de viviendas en altura para familias acomodadas y el primero que afrontó su construcción enteramente con estructura de hormigón armado. Los habitantes de la población aceptaron de buen grado el confort de estas viviendas, a imagen de las que se estaban construyendo en Barcelona, donde el bienestar está impregnado en su concepción: estancia con flexibilidad de usos, generosidad en el espacio de estar, doble circulación, doble acceso y terraza con vistas.

El edificio se percibe como un prisma neto gracias a su posición en esquina y la separación que plantea con el edificio vecino. La fachada principal se forma por la yuxtaposición de dos capas: la interior, la fachada de cerramiento, y la exterior, los balcones y barandillas. La capa interior está pautada por la retícula de los elementos estructurales de hormigón vistos. En los paños entre pilares, se alternan las aperturas vidriadas con superficies opacas revestidas de plaqueta de gres de color gris claro, en comunión con el color del hormigón. Sobre esta capa se superpone la capa exterior, una trama ligera formada por los balcones a doble altura –dispuestos a tresbolillo– con sus montantes y barandillas metálicos, también en tonos grises. La superposición de ambas tramas origina una nueva trama que confía en las líneas y figuras planas para la obtención de una imagen plástica propia del lenguaje moderno. La fachada secundaria, la del testero, se configura con franjas horizontales revestidas de plaqueta de gres de color amarillo claro que se alternan con franjas horizontales formadas por una ventana corrida en cada planta. En ambas fachadas se enfatiza el valor del plano con la disposición de los cerramientos a ras del revestimiento de fachada, generando un plano continuo de colores suaves, sin sombras ni salientes. La asimetría de la fachada –a pesar de proponer una planta simétrica– sigue la voluntad de modernidad del edificio que se acentúa con el alero de hormigón en cubierta, sobrevolando una parte del edificio.

La construcción del edificio Almatà supuso un cambio en los sistemas constructivos de la Balaguer y devino un símbolo de prosperidad en la ciudad, cambiando la percepción de los habitantes respecto la naturaleza residencial del ensanche, en un entorno periférico, las tierras del poniente catalán.