El descubrimiento de un yacimiento romano en el fondo de un edificio municipal, una Domus junto a la muralla, ha hecho necesario este proyecto de adecuación para hacerlo visitable de forma simultánea con el uso habitual del edificio, administrativo público.
Se ha museizado el espacio que contiene el yacimiento, redistribuyéndose la planta baja para configurar los espacios de aproximación al yacimiento desde el vestíbulo del edificio. Espacios que tienen un doble uso: circulación y servicios del edificio durante la semana, y antecámara del yacimiento cuando éste está abierto al público.
La aproximación se produce a través de una secuencia de vestíbulos que remite al sistema de articulación de los espacios principales de las domus y villas. Los vestíbulos, de proporciones sensiblemente cuadradas y alturas cambiantes, se conectan mediante pasos de puerta gruesos y bajos que remiten a la masividad de la arquitectura romana.
Esta secuencia de espacios define un recorrido circular, con fuerte carácter escenográfico, que incorpora elementos de anticipación del contenido del yacimiento. Cada vestíbulo está situado sobre un estrato diferenciado (extramuros-muralla-intervallum) que se manifiesta en pavimentos diferenciados y en bajorrelieves de personajes romanos en las paredes, acompañando al visitante.
Mediante unas escaleras en la oscuridad, como un túnel, se accede a un altillo longitudinal a modo de mirador, sobreelevado respecto al yacimiento. Todo el espacio desaparece, pintado de negro, emergiendo los restos arqueológicos y una gran pintura mural en el techo de una de las estancias.
El altillo es un recinto con paramentos de vidrio en paredes, pavimento y techo, que multiplican la percepción y amplían el espacio. Las paredes y el pavimento ocultan partes del yacimiento y elementos interpretativos en exposición que aparecen detrás del cristal en un juego de ilusionismo cuando se enciende la iluminación.