Hacia los años 60, en pleno vendaval de la Escola Barcelona y de la arquitectura italiana revisionista con el llamado movimiento moderno, Francesc Mitjans está considerado un 'buen arquitecto comercial'. Con el paso del tiempo, su arquitectura se va percibiendo como más refinada, basada en un cuidado conocimiento de la modernidad ortodoxa y del organicismo nórdico, entre otros.
Mitjans crea una arquitectura para una nueva clase acomodada que trasciende las modas y tendencias de la época y que se basa en un nuevo modelo de edificación difundido extensamente por las zonas altas de Barcelona, dando una coherencia urbana muy remarcable. En esta arquitectura, las fachadas son ejemplares y representan un reflejo de unas plantas muy bien organizadas y compuestas con especial atención en el diseño de sus detalles, de alta calidad constructiva.
El Edificio de Oficinas Vidal Folch, con fachada a la Vía Augusta y a las calles Madrazo y Zaragoza de Barcelona, suscribe toda esta forma de hacer una buena construcción basada en un diseño racional de las fachadas y que ayuda a que el edificio se conserve en perfecto estado, sin haber sufrido rehabilitaciones singulares.
Sus fachadas, así como la volumetría global denotan, en mi opinión, una influencia directa de los edificios de oficinas y viviendas de Alvar Aalto en Helsinki: el preciso tratamiento de las aberturas, investigadas por marcos y barandillas-quitaporos de madera; las franjas horizontales de mármol; el remate superior con una pérgola que ejerce de filtro con el cielo...
Se trata de un edificio que sólo necesita cuidado con su mantenimiento, sin más que su atemporalidad epidérmica y versatilidad interior.