El proyecto se plantea desde el compromiso de proporcionar a niños tan pequeños un espacio amable y estimulante, espacial y sensorialmente adecuado a la peculiar relación que a tan corta edad establecen con las cosas, mucho más táctil y olfativa que visual. Espacios que permitan ser reconocidos con sus manos, con su cuerpo. Muros que les permitan colocarse enganchados a ellos, protegidos. Muebles dispuestos de forma que permitan a los niños colocarse alrededor y relacionarse entre ellos jugando.
Espacios que les permitan encontrar sus propios rincones. Espacios susceptibles de ser reconocidos.
Una gradación espacial que permita a los niños ir descubriendo y haciendo suyos los espacios. Los niños empezarán apropiándose del espacio y las cosas de sus aulas, después sus patios; finalmente descubrirán a los niños de las otras clases a través de los muros perforados, a través de los cuales pueden ver, comunicarse y también pasar de un patio a otro. Y por último el jardín.
La jardinería es fundamental para nuestro proyecto. Planteamos dos tipos de intervenciones: una a base de arbustos y otra de árboles, siempre con la intención de que los niños, desde muy pequeños, tengan contacto directo con los ciclos naturales.
En el espacio que queda entre el cierre de los patios de las aulas y el muro de cierre del frente de la parcela, proponemos la plantación, muy apretada, de una masa esponjosa de arbustos bajos mediterráneos: lavanda, tomillo, romero, lentisco, jara, retama... junto con pino piñonero. La segunda intervención sugiere la plantación de frutales en las zonas de desnivel topográfico. En el espacio pavimentado que queda entre el edificio y las zonas no pavimentadas del jardín se colocarán unos grupos de árboles más grandes y frondosos: roble, encina, tilo, castaño, nogal.