Esta obra se construyó en Viladecans debido a la amistad entre el autor del proyecto, el famoso arquitecto austríaco Roberto Kramreiter, y el párroco de San Juan Bautista de Viladecans, P. Ramón Saborit, y a la ayuda prestada por una empresa urbanizadora que donó el terreno, situado en una zona verde de la localidad. La nueva iglesia de Viladecans es íntegramente una pura combinación de cemento y hierro. Con sus rampas y desniveles, ha sido certeramente calificada como el «principio de una autopista que conduce al Cielo». La idea principal de Kramreiter al proyectar este templo tenía por finalidad conseguir plenamente la participación de los fieles en el sacrificio de la misa. Todo se subordina a este propósito. La amplia nave es casi circular, de unos 40 metros de diámetro, y es capaz para 650 fieles sentados. A un extremo del presbiterio se halla la entrada y sobre la misma se levanta una tribuna, con entrada propia, destinada a alojar a los fieles que llegan tarde a la función religiosa y que no deben servir de distracción a los otros fieles que asisten a ella. Se comunica con el resto de la iglesia por una escalera. En el extremo opuesto a la entrada principal se encuentra el altar mayor, formado por dos grandes bloques de mármol de 7.000 kilos de peso. Desde el altar mayor el oficiante tiene a su frente a todos los fieles y todos le ven a él. No hay columnas para sostener un techo que se ondula suavemente. A la izquierda, ventanas lobulares dan luz a esta zona. La nave principal queda alumbrada por ventanas rectangulares que, casi en el techo, se alinean a uno de los lados de la fábrica.
A la izquierda del altar está el lugar reservado para los niños -los más próximos a Jesús-, según sus deseos. En el lado opuesto quedan los cantores. Tras el presbiterio, una escalera lleva a una cripta, semiescondida, donde la Eucaristía quedará depositada sobre una columna separada del altar; dos concavidades subterráneas que ofrece la compacta estructura de cemento sirven para alojar a los fieles que acudan a adorar al Santísimo. Las capillas del Santo Cristo y de la Virgen, dispuestas de modo que no distraigan la atención de los fieles que asisten a las ceremonias litúrgicas que se celebren en la nave central, se reservan para practicar las devociones particulares de los fieles. Junto a la puerta principal, aislada del exterior por una amplia cristalera de 180 grados, hay un original baptisterio circular, anexo a la nave.
Si exteriormente impresiona la nueva iglesia, que contemplándola, con el campanario en primer término, presenta una curiosa forma de trampolín, muy semejante a la capilla de Ivalo (Finlandia), interiormente impresiona también por su sencillez y majestuosidad, y aunque su conjunto no tenga nada de armónico, es sugestivo y en él se advierten influencias de Le Corbusier y Alvar Aalto e incluso de Gaudí.