El Edificio del Pie del Funicular es un edificio del año 1888 concebido como estación de tren desde la parte inferior de la montaña, en este caso del tren funicular que da acceso a la montaña del Tibidabo, y no sólo al parque sino que antiguamente también a los residentes de la montaña. El edificio posee las características arquitectónicas de la típica estación de tren. Se trata de un edificio-vestíbulo en la planta baja de acceso, con una vivienda en su nivel superior para la persona encargada del mantenimiento de la línea férrea. Adosado a este volumen se encuentra la cubierta a dos aguas que cubre el tren y los andenes de acceso al mismo, como si fuera "la casa del tren". Evidentemente el edificio está en una posición en pendiente, dadas las características del funicular. El edificio había sido modificado a lo largo de los años, añadiendo pequeñas construcciones auxiliares, e incluso pintado sus fachadas como carteles publicitarios. Estos carteles le conferían al edificio un carácter comercial muy singular. La propuesta propone que este edificio vestíbulo sea la antesala a la realidad que el público encontrará en el parque, un mundo de fantasía.
Esta intervención consiste en limpiar el edificio de las construcciones añadidas, liberando tanto el espacio interior como el exterior de construcciones innecesarias. El edificio que cubre el andén y el tren se desmonta y vuelve a construirse como el anterior, para impermeabilizar todo este espacio, conservando las estructuras de madera, cerchas, y parte de las cerámicas de la cubierta policroma. Exteriormente se sanea todo el revestimiento existente y se pinta de nuevo la estación. Las pinturas comerciales que se habían realizado sobre los muros del edificio no pudieron ser recuperadas por motivos presupuestarios y se volvieron a pintar con líneas de color azul, sobre una base protectora de estos dibujos, por lo que en cualquier momento puedan volver a hacerse visibles.
En el espacio interior se recuperó su estado inicial, dejando los techos de cerámica con viguería metálica vistos. Los pilares metálicos de forja también se recuperaron, así como el pavimento.
El espacio del vestíbulo se habita con unas sábanas blancas que servirán de soporte de las proyecciones de imágenes de la actividad que se desarrolla en el parque. Esperando el tren el público podrá disfrutar de estas proyecciones sobre estas sábanas, construidas con pladur, que dejan entrever y respirar el edificio existente. Se trata de una ocupación frágil del espacio, como si de un fantasma se tratara. El suelo se conserva y se incorporan unas piezas de color simulando unas flores en el suelo. Estos fantasmas, las sábanas, de color blanco, se construyen con listones de madera cuando estas superficies incorporan espacios cerrados como la taquilla de venta de billetes o la misma pérgola que cubre el andén de llegada.
El pequeño lavabo, forrado en las paredes y el techo de paneles curvados de acero inoxidable perfectamente reflectante, reinterpreta una habitación de espejos mágicos deformantes. Las ventanas se recuperan y se protegen con unas sábanas de chapa, como una piel de escamas de peces, fragmentándose en su movimiento de apertura, invitando al público a entrar, como si fuera este nuevo edificio una atracción más del parque. La luz natural filtra suavemente a través de estas cortinas metálicas.
La intervención comprendió también el pintado de los dos trenes antiguos a la manera de dos grandes orugas coloreadas que se mueven lentamente arriba y abajo por el bosque, y el portal de chapa que cierra los trenes por las noches y que en contraluz es un bosque metálico que se confunde con el bosque verdadero del fondo...