En Terrassa existía desde hacía tiempo la necesidad de escolarizar a un gran número de niños y niñas que pertenecían a familias de inmigrantes. Para resolver este problema el ayuntamiento adquirió tres solares situados en la periferia de la ciudad, precisamente en las zonas donde la población en edad escolar estaba más desatendida. Analizando esta situación, se podrían encontrar determinados paralelismos políticos y sociales con el programa de escolarización nacional catalana que proponían la Generalitat Republicana y el GATCPAC en la década de 1930.
Para los tres grupos escolares se redactó un programa común y se planteó la necesidad de estandarizar la mayor cantidad posible de elementos constructivos para reducir al máximo el coste de construcción. A partir de estas premisas y para conseguir la máxima simplicidad y claridad distributiva, los arquitectos propusieron diferenciar los distintos bloques y patios de juego, conectar los bloques mediante la sala de actos-gimnasio, orientar y ventilar lo mejor posible las aulas, normalizar los elementos constructivos y simplificar al máximo la estructura. Teniendo en cuenta estas directrices, los proyectos acabaron siendo el resultado de la adaptación del programa escolar al terreno.
El sistema estructural se ha estandarizado para los tres grupos escolares y se ha utilizado un entramado ortogonal uniforme de hormigón armado que se manifiesta en el exterior para dar un aire de sinceridad constructiva al conjunto. Esta decisión responde a motivos económicos, pero también culturales, pues sigue los postulados del Grup R de “rescate” del movimiento moderno que se había desarrollado durante la República. Además, el uso de muros de carga habría dificultado la construcción de grandes ventanales.
La función específica de cada edificio, en cambio, se expresa a través de los cerramientos, que pueden ser opacos o transparentes en función de las necesidades espaciales y lumínicas del interior (paramentos ciegos en las salas de actos y muy acristalados en las aulas).