El proyecto es planteado teniendo en cuenta la incidencia que tiene en el espacio público, sobre todo en su afectación en la calle Roig, muy estrecha y sin ventilación ni luz. Se configura por medio de tres cuerpos independientes adosados a las paredes medianeras del solar, de modo que pueden liberar un espacio en la fachada que conecta directamente con las rendijas y los pequeños rincones que quedan entre los tres bloques. Cada bloque tiene su escalera independiente, si bien el acceso desde la planta baja es único, y las escaleras se bifurcan al nivel de la planta primera. La determinación de los tres bloques cuida mucho las relaciones espaciales entre los ámbitos horizontales: las calles y el edificio, los espacios públicos y los espacios de dominio doméstico, los espacios de transición. El proyecto reflexiona sobre el valor de la alineación de calle en la Ciutat Vella, una línea sin definición, una franja de tolerancia entre gente diversa, al margen de la dinámica de la infracción y la sanción.
Aunque la planificación municipal permite ocupar la totalidad del solar (incluso, desde ciertas posiciones, se considera obligatorio), me resultaba muy difícil proponer una edificación continua, de 15 – 16 m de altura, en una calle de 4 m de ancho. No tanto por la calidad de las viviendas resultantes, sino por lo que significaba en cuanto a renuncia de incidir sobre la sombría calle Roig.
Aumentar su calidad como calle, como instrumento de comunicación, era posible puesto que disponíamos de un frente de casi 50 m de longitud.
El primer paso fue abrirlo en embudo hacia la calle del Carme para así aprovechar la actividad y su intensa vida urbana. Este cambio de alineación que afecta a la planta baja (de 5,5 m de altura media) permite, además, la comunicación visual a través de la calle Roig, entre la calle del Carme y la calle Hospital.
Sobre esta nueva alineación se disponen las viviendas agrupadas en tres edificios casi exentos, que se sitúan basculando sobre la nueva línea:
El de la esquina Carme / Roig, recuperando la embocadura original, el de más en el fondo de la calle Roig, apoyando y reforzando la nueva alineación, y el tercero, retrasado y poco visible desde la calle, ayuda a obtener el número de viviendas mínimo que necesitaba Procivesa para hacer viable la propuesta.
Insistiendo en la voluntad de favorecer las relaciones entre calle y casas, se disponen las salas de estar en los ángulos buscando vistas longitudinales con relación a la calle Roig.