El proyecto de la policlínica Quirón, ubicada en la plaza Alfons Comín, da una respuesta volumétrica a un solar con una topografía muy accidentada. La característica principal es la gran pendiente según el eje norte-sur del terreno, con un desnivel máximo de dieciséis metros. El proyecto también debía ofrecer soluciones respecto a un entorno urbano muy particular, como lo es el gran nudo circulatorio de la plaza. Además, era necesario satisfacer un programa hospitalario, específico y complejo por definición.
El principal reto arquitectónico del edificio fue la ordenación de un excesivo programa (46.620 m2) por las dimensiones del solar. La construcción consta de dieciséis plantas, siete de las cuales son enterradas. En este sentido destaca un patio inglés, situado en el lado norte del edificio, que posibilita la iluminación natural hasta la azotea del aparcamiento. De hecho, la búsqueda de luz y ventilación naturales fue una obsesión en este proyecto tan compacto y enterrado.
La volumetría en forma de “L” de las plantas superiores, abierta hacia el espacio de la calle, obedece al propósito de adaptarse a la estructura de una plaza caracterizada por la agregación de diferentes espacios perimetrales a su gran espacio central. La volumetría adoptada busca también la relación del edificio con los distintos espacios públicos que él mismo genera. Así pues, la forma exterior del hospital se caracteriza por grandes volúmenes de edificación ingrávida, que dan lugar a estos espacios y condicionan sus relaciones topográficas.
Toda la fachada se caracteriza por un revestimiento de aluminio que ayuda al edificio a conseguir un mejor comportamiento climático. Este recubrimiento está conformado por unas piezas especiales fabricadas exclusivamente para esta obra.
