La construcción del espacio interior es el resultado de un conjunto de operaciones proyectuales y constructivas. La primera de ellas consiste en deslizar el encofrado de las plantas de habitaciones formando un juego de poligonales que van facetando y reglando las diferentes superficies que componen la primera fachada interior. Este conjunto de planes que dinamizan el espacio ayuda a controlar la acústica del gran vestíbulo.
Este primer cierre se construye mediante unas cornisas de hormigón y unas barandillas realizadas en dos planos, uno de cristal y otro de elementos de aluminio fundido que, manteniendo su calidad diáfana y cristalina, evitan los problemas de vértigo, los de limpieza, los de mantenimiento y el repuesto de sus distintas piezas. Dos ranuras, una de iluminación y la otra para inyección de aire que presuriza los pasillos, completan esta primera membrana. Esta fachada se complementa con el interior que cierra las habitaciones formadas por las superficies elípticas que cierran los baños, recubiertas de láminas curvas de aulocobond y los pilares cilíndricos forrados en palma de caoba de igual sección en toda su altura recogen las entradas de las habitaciones.
La segunda operación proyectual se desarrolla en la sección. Este espacio se estructura verticalmente en tres partes: el inferior de 10 m de altura, rematado por unas superficies curvas inclinadas que corresponden al cierre de las plantas técnicas y que por su condición ligeramente rodeada refuerza la personalidad de este primer nivel que dispone también de una climatización diferenciada.
El segundo nivel que forma parte de otro plano visual se constituye por las doce plantas de habitaciones que configuran la parte central del espacio de 42 m de altura mediante el juego de poligonales. Finalmente, ambas plantas retroceden permitiendo la entrada de luz y salida de humos, que convertiría este espacio, en caso de incendio, en un patio abierto cenitalmente. Las últimas plantas con el trazado curvo y los alféizares opacos actúan como remate de todo este espacio. La iluminación se consigue con un gran vitral mirando al norte y se rigidiza con unos nervios rotos y horizontales.
Un conjunto de perfiles metálicos hace los nudos y, en sus pliegues, se encuentra la carpintería metálica estructural que soporta los cristales. Una marquesina atraviesa el vitral para recoger el acceso y la llegada de coches. Este gran vitral y las aperturas en las cubiertas iluminan con luz de norte el vestíbulo haciendo innecesaria la luz artificial. Esto provoca que la percepción espacial sea inversa durante la noche o el día. Cuando es de día, el espacio se proyecta hacia el exterior acentuando la luz natural las facetas, las aristas y los planos. Por la noche, el proceso se invierte, el espacio se cierra en sí mismo, la luz artificial marca y sigue las líneas y la vidriera que refleja el interior y deja ver las luces emblemáticas de la ciudad. En las bandas del vitral se sitúan dos grandes pantallas de hormigón realizadas con encofrado deslizante y que contienen en el interior todas las instalaciones verticales sirviendo a cada planta de conexión y cierre de circuitos. Estas paredes comprenden la climatización, extracción y renovación de aire en los baños, evacuación de gases y los conductos de las chimeneas, montacarros, montamaletas y conductos de ropa, los offices de planta, escaleras de emergencia e instalación de seguridad.
Estos muros hacen posible la relación entre los usuarios y todas las redes de servicios sin cruces, y conforman en el exterior la fachada principal de acceso, privando desde el exterior la vista de las habitaciones y provocan un fuerte cambio de escalera que ayuda a ubicar el edificio sobre el terreno.