El recorrido de este proyecto ha sido complejo y extraño, fiel reflejo de los tiempos convulsos en los que se ha desarrollado. El proyecto original, resultado de un concurso convocado por el Ayuntamiento de Barcelona, fue redactado en 2019 pero la crisis económica obligó a dejarlo aparcado
en un cajón. Mientras no era posible acometer la rehabilitación, se decidió hacer pequeñas inversiones puntuales para reparar la cubierta y cerrar las ventanas con unos plásticos provisionales para frenar el deterioro de una fábrica que por su curiosa morfología de nave central y dos naves laterales y por su posición estratégica en el llamado eje Pere IV, merecía ser conservada.
El proyecto ha ido adaptándose con actitud realista y positiva a la realidad económica que le ha tocado vivir, y a ir encadenando esas pequeñas in- tervenciones provisionales que van construyendo poco a poco el proyecto definitivo. Un proyecto que ya no es el original, pensado de una sola vez, pero que en su propia precariedad y desorden construye una cierta mane- ra de repensar este tipo de actuaciones, muy contemporánea.
A mitad de camino, una vez consolidada la arquitectura original y con- venientemente protegida, se decide abrirla al público con una exposición temporal, que lejos de plantearse efímera, se esfuerza en ir construyendo poco a poco el equipamiento.
Del proyecto original se conservan todavía algunas ideas fundamentales. La nave, que formaba parte de una antigua fábrica construida en 1920, contenía unas fascinantes texturas interiores de ladrillo, probablemente más interesantes que algunas de sus fachadas exteriores que, por haber tenido adosados históricamente otros volúmenes, carecían de interés.
Desde el principio el proyecto planteaba, no sólo recuperar, sino resaltar esas texturas del pasado, y para hacerlo trataba de centrifugar todo aquello que pudiera dañarlas. Una galería enterrada registrable en forma de anillo permite todas las instalaciones que son precisas ahora y en el futuro, y cualquier elemento que sea necesario para el buen funcionam- iento del museo se adosa por el exterior de la nave: el ascensor que en su verticalidad recuerda la chimenea que nunca tuvo la fábrica, escaleras lineales de evacuación, baños provisionales e incluso un gran porche que
en un gesto de brazos abiertos se abre al parque sin modificar la arquitec- tura original.
Se conserva también una cierta idea de materialidad ya planteada en fase de concurso, que trata de resolver todas las piezas con un solo material, la plancha de hierro galvanizado, en un esfuerzo por relacionar el hierro, protagonista de la época en la que se construyó el edificio, con la actualidad dando al material una apariencia nueva, en cierto modo sorprendente.
Actualmente se está trabajando en una fase más, que no será la última, que construye una escalera para acceder al altillo, un ascensor y el porche. Cada una de estas piezas se resuelve desde la pertenencia a un conjunto, pero atendiendo a una cierta independencia de diseño que va acumulan- do objetos en la intervención.
Una vez consolidada y protegida convenientemente la antigua nave, mientras no se retomaban las obras para construir la nueva sede del MUHBA, se decidió abrir el recinto para mostrarlo al público. Para hacerlo se construyeron unos baños provisionales y se preparó una exposición que debía ser una muestra de lo que se verá en el futuro.
El proyecto resuelve con un solo gesto la intervención y propone una gran lámpara colgada en el medio del espacio, dibujando un anillo de luz que separa el perímetro exterior, dedicado a alojar una exposición sobre la ciudad de Barcelona, del espacio interior destinado a acoger eventos y presentaciones.
La gran lámpara es un elemento de grandes dimensiones a la escala del edificio que pone en valor la
riqueza de las texturas interiores y la sección de planta basilical del recinto.