Can Negre era una masía que Jujol reformó entre 1914 y 1926, a raíz del encargo de la familia.
La reforma se centró especialmente en la fachada, la escalera y la capilla. En la primera Jujol da muestras de una concepción global y bastante detallada de su trabajo, manifestando un respeto evidente a la fachada existente al mantener las aperturas que explican la compartimentación de los muros interiores.
El ejercicio que realiza en la fachada principal muestra claramente sus intenciones que quedaron recogidas en un solo dibujo de proyecto.
Se añaden diferentes hiladas de teja plana que enfatizan la curva ondulante de la cornisa. Se introduce también otra pequeña cornisa que recoge la de la fachada lateral. Aparecen dos tribunas laterales que flanquean la tribuna principal que evoca la forma de una carroza. Ésta, con un minucioso trabajo de forja, saca dos "patas" que se apoyan a ambos lados de la puerta principal dotándola aún más protagonismo.
Está presente, también, un esfuerzo por compensar el desequilibrio en la edificación original, con la colocación de una galería cubierta, como si de una casa adosada se tratara, y con el uso de policromías en la fachada.
La casa negra tiene para Jujol una especial significación tanto religiosa como de tradición y cultura popular, por lo que se esfuerza en evidenciar la transfiguración de un elemento anónimo y convencional en otro con fuerte presencia de la mano del arquitecto.