La iglesia de los Trinitarios de Vic, de estilo barroco ya que fecha de 1741, ha llegado a nuestros días con las señales y heridas de los tiempos vividos: desde los incendios de la guerra civil española, dejando las bóvedas centrales negras del hollín acumulado, a las actuaciones realizadas durante la segunda mitad del siglo XX, donde llegó a alojar un teatro con todo su equipamiento técnico, actualmente obsoleto. En un marco lleno de preexistencias históricas y sociales importantes para la villa, los nuevos usos previstos -desde conferencias, actos sociales, exposiciones o conciertos para hasta 500 personas- piden urgentemente operaciones tanto de saneamiento y rehabilitación de las cubiertas, pasando por la actualización de los sistemas eléctricos y de clima, como la recuperación de los valores espaciales del interior de la iglesia y su adaptación como dispositivo flexible y conformable. Todo ello acompañado de una austeridad presupuestaria (724.000 euros) y una limitación temporal importante (4 meses). Se vuelve a un estado cercano al original, liberando el espacio de todo el ruido escenográfico (tabiques provisionales, estructuras añadidas, lonas, luces, etc) y una vez desnudado, se trabaja exclusivamente con el metal y la luz. Todos los elementos nuevos necesarios o imposibles de recuperar (mobiliario, escenario, puertas de acceso suelos, etc.), se han construido con aceros sin decapar (aceptando la calamina que resta del proceso industrial como elemento de variación de color) y chapas perforadas y bicromadas todos ellos dispuestas de una manera respetuosa y sobria, pero claramente agrupadas como una capa nueva de cambios añadida a las otras acumuladas en el recinto. La luz de diferentes calidades e intensidades, agrupadas en bandas inferiores, superiores, directas e indirectas, fondo y entrada, nos ha permitido construir con un solo espacio “diez iglesias de los Trinitarios distintos”.
Mencionamos a modo de guión las siguientes actuaciones:
- Introducción de una serie de gárgolas blancas a lo largo de la cornisa, encajando mecanismos de viento ilación, iluminación y preinstalación de sonido, al mismo tiempo haciendo más esbelta la proporción del espacio interior quedando adelgazada en altura y prolongada con el reflejo del suelo.
- Pintado de cornisa hasta el techo de blanco y el resto de un verde neutro dejando pequeñas reservas del tiempo (restos de pinturas burdeos, negro de ceniza en las paredes, líneas blancas que recuerden algún trasdós) así como las pinturas religiosas del ápside y las naves laterales.
- Colocación de un pavimento de chapas de hierro de 1x3m y junta de 1.5 mm a lo largo de toda la superficie, transformándose en banco, escondiendo el sistema de calefacción, cuando llegan a los muros laterales. Las piezas del suelo están barnizadas con pintura bicomponente y altamente reflectante. El tratamiento de los bancos es satinado.
- La instalación de un retablo de más de 7m de altura en el ápside, construyendo una visual final desde la entrada, forrado de chapa dorada, plegada y perforada recordando los tubos del antiguo órgano, actualmente instalado en Santa Maria del Mar. En sucesivas fases se añadirá un doble sistema de cortinaje actualmente preinstalado.
- La transparencia de la nueva puerta del cancel de entrada, permitiendo prolongar la perspectiva de la nave hasta la calle de Sant Pere dando una segunda fuente de luz natural y abriendo el corazón a la ciudad, como sus nuevos usos reclaman.