El antiguo monasterio benedictino de Sant Cugat dio nombre a la población que preside. El conjunto está formado por la iglesia, el claustro de dos pisos situado en el lado norte, en torno al cual se disponen la sala capitular y las antiguas dependencias monásticas. En el lado norte-oeste del cercado monástico se encuentra la antigua casa abacial. Todo el conjunto, del que han desaparecido edificaciones subsidiarias, situadas especialmente en el este del claustro, estaba rodeado por un recinto fortificado de muros y torres (construido entre 1380 y 1383), que en buena parte todavía se conservan. Fue edificado sobre un templo anterior del siglo V, del que podemos ver los restos en el claustro. La iglesia es un edificio de tres naves, sin transepto, y tres ábsides de planta semicircular peraltada, en el interior, y poligonales en el exterior con columnas en las aristas y un friso de arcuaciones con canecillos esculpidos. Tiene un cimborrio cubierto con cúpula ochavada sobre falsas conchas, sobre el segundo de los cinco tramos en que se dividen las naves. Como su construcción duró dos siglos (XII-XIV), la concepción románica inicial fue sustituida progresivamente por la gótica, hecho que se manifiesta especialmente en las bóvedas que cubren el templo: todavía románicas en los ábsides, con nervios puramente ornamentales en los sectores de las naves más cercanas a los ábsides y de crucería gótica en el resto de la iglesia. También en planta se adoptaron soluciones góticas, al realizar las tres capillas laterales del lado de mediodía, a continuación del campanario (de base románica, pero acabado posteriormente), a modo de cuarta nave. La escultura de las claves de bóveda, de las impostas y de las ménsulas de donde arrancan los nervios ponen de manifiesto también esta transición. La fachada, con la portada y el rosetón, presenta ya un estilo plenamente gótico. El claustro es sin duda el elemento más destacado del conjunto. Las galerías inferiores, románicas, cubiertas con bóveda de cañón, están formadas por arcos de medio punto que se apoyan en columnas dobles. Sabemos que este claustro inferior fue construido en torno a 1190 por el maestro Arnau Gatell o Cadell (cuyo nombre aparece en un capitel), que consta que vivió en el monasterio al menos hasta 1207. Las 72 parejas de capiteles, con un ábaco cada una y un moldurado muy elemental, desarrollan varios temas: ornamentales, con escenas de las Sagradas Escrituras y con temas de la vida cotidiana. Estos capiteles (algunos de los cuales están caracterizados por pequeñas torres angulares) pueden relacionarse con los del claustro de la sede de Girona y con algunos del claustro de Sant Pere de Galligants de la misma ciudad. En la segunda mitad del siglo XVI, se edificó un segundo piso con arcos de medio punto sobre esbeltas columnas toscanas, de tipo renacentista. La sala capitular fue transformada más tarde en Capilla del Santísimo. Parte de las dependencias monásticas fueron destinadas a centro de Restauración de Bienes Muebles de la Generalitat de Catalunya durante muchos años. Actualmente albergan el Museo del Monasterio. La antigua casa abacial, transformada en 1736, es ahora la casa rectoral. En el interior se conserva la imagen del siglo XIII de la Virgen del Bosque, procedente de la ermita de Sant Adjutori. Las excavaciones efectuadas entre 1931 y 1936 en el recinto del claustro y hasta algún punto de la iglesia pusieron al descubierto notables restos de una fortificación romana, el "Castrum Octavianum", que era una fortaleza romana situada cerca del camino imperial que unía el Pirineo con Tarragona y que justifica la historia de Sant Cugat, que según la tradición fue martirizado. Se ha puesto también al descubierto un "martyrium”, en torno al cual aparecieron tumbas, y que posteriormente fue agrandado (siglos V-VII). De época pre-románica se conservan restos en el muro norte del claustro, y han aparecido también cimentaciones de la iglesia y el claustro levantados en el siglo XI. El origen de la comunidad monástica de Sant Cugat se desconoce. A partir de 878, ya consta la existencia de un monasterio bien organizado que, posteriormente con el abad Donadéu (904-917) y sus sucesores alcanzó un gran nivel en cuanto a ampliación de patrimonio, a la vez que jugó un primer papel en la labor de restauración del Vallès y del Penedès. Devastado por la incursión de Almansur (985), se rehizo pronto. El monasterio continuó con todo esplendor hasta mediados del siglo XIV, momento en que empezó su decadencia. A finales del siglo XIX, el arquitecto Elies Rogent inició obras de restauración. Desde entonces, se han realizado diversas campañas de conservación y restauración. Actualmente se conservan restos de torres situadas en los ángulos extremos del circuito.