Visitar el edificio abandonado de la antigua Cooperativa Pau i Justícia para hacer el concurso era entrar en un túnel del tiempo, que nos llevaba hasta el momento en que se utilizaba como lugar de encuentros, pequeño teatro, sala social y de fiestas. Aún conservaba gran parte de la decoración en muros, techos y suelos, que nos ayudó a entender las diferentes ocupaciones que había ido teniendo el edificio: pavimentos de mosaico hidráulico, carpinterías de madera con cristales de colores, cornisas y rosetones en las salas... definían espacios de grandes dimensiones, inusuales para Barcelona si no fuese porque nos encontramos en una zona de la ciudad con pasado industrial. Este estado de decadencia física en el que encontramos este edificio nos interesó, no por devolverlo a su estado inicial, sino por llevar esta ruina hacia adelante, y hacerla participar, con su carácter inacabado y de superposición de épocas, en una nueva realidad que puede seguir actualizándose sobre ella. Así, el proyecto recupera un edificio presente en la memoria colectiva asociativa de este barrio, manteniendo su espíritu para que se reincorpore con naturalidad a sus dinámicas culturales y que los vecinos, muchos de ellos antiguos cooperativistas, se reconozcan en él. Por eso, al empezar a trabajar hicimos un inventario de todo lo que se podía recuperar el edificio y que hemos vuelto a colocar, en lugares y de forma diferente a donde estaban originalmente ubicados. Estos elementos -pavimentos, ventanas, puertas, escaleras de madera, molduras y rosetones-, vuelven al edificio en una operación de recuperación, de adaptación y re-uso.