El edificio recupera los antiguos terrenos de la Compañía del Gas, convertidos en un parque presidido por la nueva sede central. La nueva torre se descompone en cuatro cuerpos bien diferenciados, con la voluntad de asumir su singularidad y de establecer un diálogo con los elementos del entorno: el paso del cinturón litoral, por un lado, y las casas bajas al otro lado. Estos cuatro volúmenes llevan un nombre que los identifica: la torre es el mayor volumen, en forma de H, formado por la unión de dos cuerpos más estrechos y de diferente altura. La ménsula es un cuerpo adosado a la torre que, a través de su superficie inferior, marca la entrada en todo el edificio. El portaaviones es un largo cuerpo en voladizo, de poca altura, que restituye horizontalmente la escalera de la torre y se orienta, junto con la ménsula, hacia la entrada. El cuarto cuerpo es la cascada, un volumen pegado al suelo con la fachada escalonada y que restituye la escalera de las edificaciones de alrededor. Los cuatro cuerpos están articulados como partes de una misma concepción y el cierre de vidrio de cada parte recoge las sombras de los cuerpos vecinos, en un juego de transparencias y reflejos que dan lugar a una imagen irreal y desmaterializada.

El volumen edificable, el carácter singular de este nuevo edificio y su relación con la periferia urbana hace que el nuevo edificio de oficinas de Gas Natural se convierta en miembro de la familia de los edificios contemporáneos que han comenzado a aparecer en el horizonte de la ciudad.

Sin embargo, este hecho no significa que el nuevo edificio carezca de un claro deseo de ser compatible con su entorno urbano; la pequeña escalera del barrio de la Barceloneta, las casas de los alrededores y el parque.

Cuenta con la verticalidad de una torre de oficinas, mientras que al mismo tiempo ofrece una entrada que muestra su carácter representativo con una rápida visión del interior.

Por eso hemos hecho una propuesta donde el interés radica en la fragmentación del volumen edificable en una serie de construcciones que al final forman un volumen unificado, que responde a diferentes escaleras y en clara relación con los edificios de viviendas cercanas. Mediante la formación de una gran puerta que permite la apertura del barrio de la Barceloneta y un espacio público singular en relación con la planta baja, hasta formar un paisaje urbano de diferentes dimensiones...

El tratamiento de las fachadas sigue un criterio similar... Una serie de grandes ventanales crean interés en proximidad, mientras que un tratamiento volumétrico indiferente protege el edificio contra el sol y el ruido y muestra una serie de volúmenes abstractos que lo confunden con los otros edificios a lo largo de la periferia.