Los dos edificios de viviendas se erigen junto al Vapor Sampere, un significativo ejemplo de las arquitecturas industriales de Sabadell, construidas a principios del siglo XX para suministrar energía a telares que poblaban la ciudad. El proyecto pretende mejorar la calidad del espacio interior de la manzana, así como la relación volumétrica entre las nuevas edificaciones y el conjunto fabril.
La edificación se escalona desde su máxima altura en el chaflán Tres Creus/Sallarès i Pla, con siete plantas, hasta conseguir cuatro plantas al entrar en contacto con el Vapor Sampere en la calle Turull. Hacia el interior, volcado hacia el sur y disfrutando de las mejores vistas, los edificios se abren como una poligonal rota, convirtiendo el espacio entre los edificios y el vapor en un amplio recinto semipúblico, con vistas al vapor.
Las evidentes diferencias en las condiciones del entorno a las que debe responder la propuesta generan una clara diferenciación entre su exterior, volcado en Tres Creus y su interior, donde se hace presente la vocación de privacidad y calma.
Las fachadas exteriores, de claro carácter masivo, se construyen en ladrillo tratado de forma diferente a medida que se asciende en altura, recortándose en ellas unos huecos dispuestos con la intención de evitar la monotonía.
Hacia el sur las fachadas son más ligeras, resueltas con persianas extensibles de madera que evocan los cerramientos de los patios interiores, propios del ensanche Cerdà de Barcelona y que protegen del sol en unas galerías exteriores.
Es esta dualidad entre envolventes la que explica la planta de las viviendas: hacia el exterior se sitúan los dormitorios y baños en rigurosa disposición, mientras que, hacia el interior, orientado al sur y a las vistas, se vuelcan los espacios más habitables: la sala de estar, el comedor y la cocina, con una disposición mucho más libre, vinculada a la poligonal que define su fachada.