Les Hortes de Baix constituyen un espacio patrimonial de regadío de 3.7Ha anexo al casco antiguo de Caldes de Montbui, villa termal de fundación romana cercana a Barcelona. Este ámbito ha sufrido la progresiva degradación paisajística, ambiental y social propia de los paisajes periurbanos del siglo XX, causada básicamente por la contaminación de las aguas del torrente local que abastece al sistema de riego, por la mala accesibilidad y por la desestructuración de la comunidad de regantes. Estas huertas se regaban históricamente con los sobrantes de agua termal de los lavaderos y con aguas pluviales del torrente que vierte en la acequia principal. Esta acequia, formada por muros de piedra de casi 3 m de altura, es el principal elemento del sistema de riego. Pero con el crecimiento urbano el torrente se ha ido cubriendo y se le han ido convirtiendo buena parte de las aguas negras del centro urbano convirtiendo así la acequia principal de las huertas en una cloaca a cielo abierto. Esto ha provocado un importante riesgo sanitario para la producción hortícola y ha perjudicado también la accesibilidad pública (por los malos olores y el mal efecto visual). La poca disponibilidad de agua limpia para el riego ha activado la reclamación del agua termal como bien público de un patrimonio a reintegrar en el imaginario ciudadano.
El proyecto nace en la Mesa de Espacios Públicos municipal, espacio que da voz a iniciativas locales para la mejora del espacio público. El Ayuntamiento activa el encargo para dar respuesta a la necesidad de más aguas limpias, el riego, canalizar el flujo de aguas negras que discurren a cielo abierto y facilitar el acceso a las huertas desde el centro urbano. Los autores del proyecto planteamos: entender la parcelación privada hortícola como nuevo espacio público autogestionado que fomenta la soberanía alimentaria; co-diseñar todo el proceso con la comunidad de regantes y otros agentes implicados, reconociendo el valor que representa la gestión tradicional del agua como patrimonio material e intangible. Con la comunidad de hortelanos, unas 70 personas, se detecta la gestión inadecuada de agua termal sobrante de los balnearios que se vierte en la riera, proponiendo reutilizarla para el riego junto con las aguas de más lavaderos. A través de una investigación-acción participada de dos años, la comunidad de regantes se reactiva y consensúan intervenciones acotadas que no alteren el actual sistema de riego ni su gestión social. La obra se ejecuta con presupuesto de bajo coste y un Plan de Empleo Municipal. El mantenimiento se asume por parte de la comunidad de regantes.
El proyecto se divide en dos fases: la intervención para la gestión sostenible del sistema de riego y la pasarela para la mejora de la accesibilidad de la que se ha ejecutado un primer tramo que conecta con el camino de acceso existente y actualmente se desarrolla el segundo tramo hasta la riera. A partir del proceso participado y para garantizar el abastecimiento de agua, se recupera el agua de balnearios que se acumula en un vaso de compensación en el paseo de la riera, un espacio de visibilización pública del agua termal así como de encuentro social, como ocurre en los lavaderos que bordean este paseo. Desde ese vaso se conduce el agua termal hasta las huertas. Allí se construye una nueva balsa pública de acumulación y enfriamiento para repartir el agua por turnos diarios de riego por inundación. El reconocimiento del funcionamiento del sistema de riego termal permite reciclar las acequias existentes, manteniendo su funcionamiento por gravedad y evitando la mecanización de cualquier nuevo dispositivo introducido para facilitar su gestión y mantenimiento. En la acequia principal existente se canalizan las aguas negras hasta el colector y se incorpora una pasarela para mejorar el acceso a la zona, soportada en el interior de los muros para no alterar el valor identitario de las trazas características del paisaje de estas huertas. Se potencia la presencia de elementos materiales propios de la autoconstrucción hortícola: bolos graníticos en la acequia principal, ladrillos cerámicos manuales en pliegue, arquetas de compuerta manual, mallas y vallas. Se reintroduce el sauce vivo en la valla, antiguamente utilizado por la cestería de mimbre calentado con agua termal. Además, se apuesta por un sistema piloto innovador: la fitodepuración con macrófitos resistentes a la temperatura del agua termal y plantadas sobre jardineras flotantes, para asimilar la materia orgánica residual sin alterar la condición oscilante del nivel de agua de la balsa que a diario se llena y se vacía.
Evaluamos el proyecto a tres niveles: político, productivo y ciudadano. A nivel político, la Administración ha apostado por la dignificación del ámbito y el largo e intenso proceso de participación culmina con la creación de una asociación de hortelanos hasta ahora inexistente. Se establece una junta y comisiones para velar por la autogestión de las huertas, el establecimiento de normas internas, la comunicación con el Ayuntamiento, la visibilización del patrimonio histórico cultural que suponen y la transferencia de conocimiento intergeneracional necesario. A nivel productivo, la obtención de mayor agua limpia permite la práctica del cultivo ecológico y el aumento de turnos de riego al doble de días, condiciones que fortalecen este espacio de autoproducción para el consumo local y la reducción de emisiones. A largo plazo se prevé que el producto cultivado se pueda vender para el consumo de los visitantes. A nivel ciudadano, las huertas se han abierto a los vecinos, convirtiéndose en espacio público de paseo, reconocimiento y pedagogía del espacio agrario. A estos logros se le suma el reto vivido por parte de los arquitectos coordinadores. Asumir el papel de mediadores y observadores nos ha ofrecido nuevos referentes conceptuales en el diseño ecológico y comunitario, y nos ha permitido desarrollar nuevas herramientas para la toma de decisiones y comunicación de los aspectos técnicos del proyecto.