La parcela era llana, ligeramente por debajo de la rasante de las dos calles, una a oeste y otra a norte. Sin árboles. El primer paso es dar una valla opaca tan alta como se puede, de unos dos metros, y situar la casa descentrada hacia el este, rellenando todos los límites edificables excepto el oeste, el único por donde entra solo durante todo el año. Allí es donde el jardín perimetral se hace más ancho (7.6m), el resto tiene anchuras variables adecuadas a la normativa (3m a vecinos y entre 5 y 6 a calles) -la normativa obliga a cosas que no siempre tienen mucho sentido-. En el norte plantamos unos árboles de hoja perenne que, con el tiempo, privarán la vista desde la torre de viviendas vecina.
La nueva casa se estructura en cuatro capas concéntricas paralelas a los límites del solar, como una cebolla. De exterior a interior, la valla de obra, el patio perimetral y una galería corrida que rodea el cuerpo central, una caja de obra vista de bloque de hormigón de dos plantas.
En fases iniciales del proyecto, cuando la casa era mayor, la galería perimetral era un espacio intermedio, bioclimatizado, con usos complementarios, y todas las piezas principales se alojaban en el núcleo de la vivienda. Posteriormente, por adecuación presupuestaria, se redujo la superficie y en el cuerpo central solo quedaron las habitaciones, los baños y la escalera. Los usos comunes pasaron a la galería.
En la galería ocurre casi todo. Es una veranda, con ciertas resonancias en la casa de Orinda de Charles Moore, de relaciones intensas y variables (estacionalmente) con el patio; en verano, mediante los grandes cierres correderos se convierte en un porche; en invierno, grandes ventanales esquineros ofrecen vistas enmarcadas en el jardín y se convierten en captadores de radiación solar a poniente. En esta casa los cristales son fijos y los cierres móviles son opacos, condición que transforma la fachada y la galería constantemente, en función de qué está abierto y cerrado.
Como en la capilla de Santa María dos Anjos de Lina Bo Bardi, la veranda, de cubierta inclinada, se construye con sistemas ligeros y en seco: estructura de madera (pilares, vigas y techo) y carpintería exterior de vidrio, aluminio, madera y chapa ondulada. La cubierta es inclinada y vierte el agua de lluvia directamente en el patio, sin recogida. En contraposición a la ligereza de la galería, el núcleo central es masivo y compacto, con mayor inercia térmica. Los muros de bloque y los forjados se dejan vistos en la galería y se pintan blancos en las habitaciones.
En invierno, la veranda abriga y calienta todo el cuerpo central (baños y habitación), que carece de sistema de climatización propio (en planta baja); el pavimento de hormigón, con mucha inercia, aparte de recibir puntualmente la radiación solar directa, se calienta vía suelo radiante, al igual que las habitaciones del primer piso; la generación es por bomba de calor de aerotermia.
En verano, cuando las hojas correderas están cerradas, las ventanas se protegen del sol con el vuelo de la cubierta inclinada y con unas cortinas reflectantes exteriores. En el interior, la inclinación del techo favorece, por estratificación, un sistema de ventilación pasivo que evacua el aire más caliente mediante cuatro conductos ocultos dentro de las fachadas que funcionan como pequeñas chimeneas solares, favoreciendo la renovación natural y facilitando el refresco de la veranda.