La peculiaridad del programa lleva a Coderch a ensayar una organización distributiva inédita, en un solar vecino al de la casa Catasús, construida diez años antes. Desde la entrada se llega a un distribuidor conectado a un patio que da luz a las áreas centrales, y que es concebido como un invernadero semicubierto. Desde aquí se accede al jardín a través de un pequeño porche, y en el ala de dormitorios mediante un segundo distribuidor, totalmente independiente. La sala de estar da la espalda al aparcamiento y adopta una configuración bastante cerrada, si bien orientada al sur y al jardín. El comedor cobra especial importancia, al encontrarse en el eje visual que cruza toda la casa, desde los dormitorios hasta la fachada opuesta, donde hay un segundo patio semicubierto. Coderch concibe una casa en L, con un gran eje central, en la que la situación de cada aposento viene determinada por su configuración intrínseca y por la posición que ocupa en el sistema general de circulaciones.

La casa Gili se ubica en la misma urbanización sobre la que años antes Coderch había construido la Casa Catasús, en la urbanización Terramar de Sitges. Sobre una normativa que obliga a ceder un espacio concreto respecto a los vecinos y la calle y a limitarse con éste mediante vallas arbustivas y no de obra, se reincide en la entrada por el aparcamiento como primer filtro.

El sistema distributivo sigue siendo en T, pero a pesar de mantener la disposición del ala de servicios, intercambia la posición entre la zona común y la privada. Obligado por un programa de habitaciones más amplio, con el consecuente retranqueo en las habitaciones a sudeste, el patio cambia su papel y pierde la intención de las anteriores aplicaciones. El hall ha dejado de ser el centro de vectores visuales de la casa. Se entra desde el aparcamiento a 90º, y uno se encuentra con la visión lateral de la luz que entra del patio y la difundida que entra frontalmente desde el porche al jardín. La luz ha dejado de guiar y tensar el espacio hacia la sala de estar, y se obliga un nuevo giro de 90º para acabar de acceder, nuevamente sin tener una visión del jardín, sino dirigidos hacia un muro que nos orienta hacia la zona de la piscina.

El patio se convierte pues en un elemento embellecedor, con sus lamas, una especie de atrio que, a pesar de absorber algunas de las actividades de paso de la casa, ha perdido las cualidades direccionales que definían anteriores propuestas.

Con relación al resto de casas unifamiliares de Coderch, ésta indica un nuevo giro respecto a las que habían ido derivando de las novedades introducidas en la Casa Catasús.