Una fachada larguísima (250ml) y en una situación comprometida: puerta de entrada a la Villa Olímpica desde la ciudad, enmarcando junto a la fachada curvada de MBM las dos torres icónicas del puerto olímpico.
Tres singularidades en el desarrollo de la fachada, todas ellas en el extremo Norte:
1. Edificio de mayor altura en su extremo.
2. Edificio puente sobre la Calle Doctor Trueta.
3. “Absorción” de parte del edificio existente de oficinas que obligó a un esfuerzo de contención y rigores compositivos capaz de absorber todos los “accidentes” en un concepto unitario y ordenado de la fachada concebida como límite y presentación del barrio.
La celebración de los Juegos Olímpicos de 1992 en Barcelona supuso una gran transformación urbana de la ciudad.
Fruto de la misma y en el marco urbanístico de localización de las zonas destinadas a los diferentes eventos, cabe resaltar la nueva Ordenación Urbana de la Fachada en el Mar de Barcelona, la Villa Olímpica y la recuperación de la costa. Transformación urbana de un pedazo de ciudad, que tenía una estructura urbana degradada, oprimida por las vías del tren, dando la espalda al mar y con implantación de industrias antiguas, muchas obsoletas o en fase de desmantelamiento, representativas de los estadios iniciales de la industrialización de la ciudad y del país y con grupos de viviendas y almacenes disgregados.
Los objetivos eran claros: la ciudad y el ciudadano. Abrir Barcelona al mar, iniciando el proceso de regeneración del tejido urbano, dando continuidad a la trama urbana del entorno inmediato, nuevas agrupaciones de viviendas, equipamientos y servicios, espacios públicos, jardines y parques, para un barrio cualitativamente mejor. El resultado es la consolidación de la nueva Icaria, de nacimiento repentino, pero que no tiene límites y comparte la vida y tradiciones de un barrio con historia propia.
La nueva estructura urbana quedó formalizada en tres grandes actuaciones:
Las playas, el Paseo Marítimo, el Puerto Olímpico y los equipamientos que le rodean.
La Ronda Litoral y los parques que le acompañan y unen el tejido del Eixample con el mar.
La zona Residencial, a partir de la Avenida de Icària, que conecta el Parque de la Ciutadella con la Avenida Bogatell, la Ronda Litoral y la calle de la Marina, eje vertebrador del nuevo barrio, junto a Poblenou y que liga la Sagrada Familia con el Puerto Olímpico.
La zona Residencial, con unas 2.000 viviendas, se proyectó con los siguientes criterios:
Continuidad de la trama viaria del Eixample.
Edificaciones en alineación de fachada en las calles principales.
Utilización prioritaria de material cerámico en fachadas.
Creación de espacios privados ajardinados y equipados por disfrute de los residentes de cada Isla, en contraposición a los grandes espacios libres públicos de la ordenación general.
La estructura formal de las edificaciones de la Vila Olímpica propone nuevas tipologías de viviendas, de poca profundidad, garantizando la ventilación cruzada y la luz solar, coherentes con una priorización del espacio público que asegure diversidad de actividades. Durante los Juegos Olímpicos dio alojamiento a la Familia Olímpica.
Con estos criterios, los dos grandes edificios que formalizan la fachada curvada de la calle Moscú, siguiendo la traza del ferrocarril subterráneo, sin perder su composición horizontal, logran, con la elección del tipo y color de los materiales de fachada y los ritmos de los cortes verticales, una lectura unitaria del conjunto, aunque corresponden a proyectos de autores distintos a ambos lados de la calle de la Marina.
El edificio de 165 VIVIENDAS de la parte alta de la calle de la Marina forma parte de una unidad de proyecto, con el edificio de OFICINAS y el CENTRO DE ASISTENCIA PRIMARIA, contribuyendo a calificar el espacio interior del bloque que delimitan. La fachada de la calle Moscú incorpora en su composición una parte del edificio de oficinas. Una de las características de este conjunto es que la edificación, actuando como puente, queda atravesada por la calle Doctor Trueta.
Las viviendas, en su mayoría de tres y cuatro habitaciones y de una superficie entre 100/120 m2, debían hacer compatible el programa residencial durante los Juegos Olímpicos, con el posterior de viviendas por el nuevo Barrio.
Son de crujías poco hondas que facilitan la ventilación y vistas cruzadas entre el espacio exterior, calles y parques y el interior ajardinado del bloque. La altura edificada corresponde a la planta baja, mayoritariamente con vivienda y seis plantas piso, exceptuando la parte más cercana al cruce de las calles Doctor Trueta y Joan Miró, que dispone de planta baja y nueve plantas piso.