Hay observaciones a la hora de ver el terreno, en los primeros momentos, que influyen de forma decisiva durante la realización del proyecto. El solar destinado a la construcción de un instituto en Rubí mostraba un gran hueco de edificación que permitía ver hasta la montaña de Montserrat. Nos determinaron que una vez edificado el edificio esto no se perdiera.
Había también la limitada superficie del solar por el programa necesario, por lo que se tenía que ocupar el mínimo terreno para utilizar el resto por las pistas deportivas y otras actividades. Se proyectó pues de un edificio compacto, situado en la parte sur del solar y dando frente a la plaza de nueva creación. La fuerte presencia de la plaza está apoyada por el edificio, pero evitando la axialidad que impone.
El acceso desde la plaza se realiza, por un lado, cerca de la calle Lepanto, por un gran porche que atraviesa el edificio y da paso al patio posterior, quedando la entrada principal como un balcón hacia las pistas y elevado respecto a la calle.
El centro se organiza en cuatro plantas, con acceso directo desde las dos inferiores, que se destinan a actividades más públicas: sala polivalente, gimnasio, vestuarios, comedor, administración y salas de profesores. Ambas plantas superiores se destinan exclusivamente a aulas y talleres.
La organización de las circulaciones se produce en forma de peine supeditado a los dos patios interiores que, además de iluminar y ventilar las piezas más alejadas de las fachadas, son un fuerte elemento configurador del interior del edificio. En la planta más baja el edificio se vuelve transparente de lado a lado.
Aspectos como el acabado de las fachadas. La piedra de Begur, utilizada de forma tan habitual en zócalos de edificaciones populares, la eliminación de las aristas, hacen que el edificio aparezca anclado en el lugar original, desvinculándose de las edificaciones cercanas de carácter muy diverso que la rodean para relacionarse con un entorno más lejano.