El 31 de enero de 1994 se declaró el incendio del teatro, que quemó por completo todas las instalaciones del escenario y la sala.
Al día siguiente, el Plenario del Consorcio del GTL, llegó al acuerdo de reconstruir el teatro en el mismo solar según las prescripciones del Plan Especial de 1993.
La Reconstrucción y Ampliación del Teatre del Liceu introdujo como noción central la tensión entre la "Innovación" y la "Memoria", teniendo en cuenta, como objetivos básicos, los parámetros de los teatros de ópera contemporáneos: "los elementos técnicos, la seguridad y confort, y la arquitectura".
Se priorizó la decisión de reconstruir, tal y como era y dónde estaba, la sala del público dado que gozaba de una fortísima unidad espacial y amplitud visual, hecho reconocido entre las salas de ópera de Europa.
El nuevo edificio surge de la voluntad de conservar la memoria de una de las instituciones más emblemáticas de la ciudad, después del incendio ocurrido en 1994, que destruyó la totalidad del teatro salvo algunas pequeñas dependencias: la Sala de los Espejos, el vestíbulo en la Rambla, los porches de entrada y la escalinata. El nuevo proyecto opta por reconstruir la gran sala con fidelidad al original, y adoptar criterios tecnológicos y compositivos de modernidad para dotar al nuevo teatro de las infraestructuras y los servicios necesarios para un funcionamiento actualizado. La edificación de nueva planta ocupa finalmente un 70% de la totalidad del nuevo edificio. El nuevo bostezo de la cubierta integra la torre escénica y la gran sala en un solo volumen que señala la vieja orientación del teatro dentro del solar de acuerdo con los criterios de aprovechamiento del proyecto original.
