El proyecto sigue las pautas fijadas en el Estudio Previo de Restauración de las Murallas de Vic (siglo XIV) de 1998, que preveía la recuperación y reproducción de las torres desaparecidas y la recuperación de los tramos soterrados y del paso sobre muralla como espacio público.
La actuación es sobre un tramo de muro de 50m entre las torres del Palacio Episcopal y la Catedral, con conexión visual y de acceso al claustro, limitando con la Rambla del Obispado y el río Mèder.
Inicialmente era un muro enlucido de 3,60m de altura y 1,6m de ancho, donde en el año 1971 se practicó un agujero para colocar la reja del presbiterio de la antigua Catedral, que permitía la visión desde el exterior del claustro.
Escasos estudios realizados apuntaban a que la muralla, en este tramo, limitaba directamente con el río. El tramo visible en la actualidad correspondería a un muro de cerramiento remontado sobre la muralla construido a finales del siglo XVIII. Los sondeos arqueológicos hechos inicialmente lo confirman, al encontrar en perfecto estado la muralla original asentada sobre la roca.
Las posibilidades del momento no permiten la eliminación de la Rambla como apuntaba el Estudi Previ y por esta razón se realiza un foso de 1,6m de ancho que permite la visión de la altura original de las murallas. La barandilla de vidrio le da la protección necesaria y no obstruye la visión del muro.
Para mantener la visión y acceso restringido al claustro, se mantiene la apertura sustituyendo la reja por una puerta corredera de hierro y vidrio. El acceso obliga a la construcción de una pasarela para salvar el hueco del foso, ubicada en el punto donde las excavaciones han dejado al descubierto el resto de diferentes puertas superpuestas de épocas diversas.
El muro se remata con piedra calcárea de forma y colocación contemporánea, marcando un corte oblicuo en el muro, haciendo más evidente que se trata de un fragmento y que permite distinguir esta última fase de intervención, manteniendo la unidad pétrea del conjunto.