Construida en las mismas fechas que el resto de la “manzana Raspall”, la torre Iris muestra una apariencia ligera e inmaterial gracias al tratamiento cromático repartido por todas las fachadas, a base de tonos blancos, cremas y amarillos. Sigue la tipología de las demás casas de vacaciones construidas por Raspall, con la continuidad vertical reflejada por el torreón. Raspall se entretiene, en este caso, en todos los elementos a escala pequeña, como las bóvedas de los balcones, revestidas de mosaico, o bien las rejas de las barandillas, que trazan dibujos muy afiligranados. El zócalo de piedra se prolonga hasta la base de la valla, mostrando una voluntad de revestir todas las superficies y generando una imagen onírica e irrealista.
La Torre Iris (1910) a pesar de la apariencia de casa unifamiliar, contiene dos viviendas relacionadas por una escalera como si fuera una casa de vecinos. Consta de semisótano, planta baja, piso y buhardilla, y una terraza-mirador cubierta de teja vidriada en color marrón y amarilla, formando dibujos geométricos. El cuerpo central está cubierto con un tejado a dos vertientes con amplios aleros a ambos lados. Los paramentos bajo el alero y los hastiales de las fachadas y la torre están esgrafiados con dibujos geométrico-florales. Las barandillas de forja siguen una decoración similar. Los muros tienen un zócalo de piedra irregular; el resto están estucados imitando sillares hasta llegar al primer piso y lisos en el resto. Raspall sigue usando arcos de medio punto y carpaneles y aperturas elípticas u ovaladas. En la planta baja y en la planta superior hay un conjunto de vidrieras.
La "Mansana Raspall" es un conjunto único en la historia de la arquitectura modernista en nuestro país: se trata de cuatro edificios aislados, situados en la misma manzana, construidos por el arquitecto Manuel Joaquim Raspall entre 1910 y 1913. Los cuatro edificios tienen una evidente unidad estilística, reforzada por las vallas de los jardines, que utilizan un mismo lenguaje: piedra irregular, mosaico y forja, de líneas sinuosas. Las Casas Raspall son muy representativas de la obra de la primera etapa de este arquitecto, que pertenece a la segunda generación de arquitectos modernistas, y son la puerta de entrada del largo Passeig dels Plàtans, donde se encuentran los edificios modernistas más importantes de la población.
Los promotores de las casas Barbey y Barraquer fueron miembros destacados de la burguesía barcelonesa, que las hicieron construir como segunda residencia. La Bombonera y la Torre Iris fueron edificadas por el Cecília Reig Argelagós, de La Garriga, que las alquiló como segunda residencia.