El proyecto de un conjunto residencial en ordenación abierta permite a Coderch definir su concepción de la vivienda urbana. Los pisos se agrupan de dos en dos en bloques de tres plantas y forman un conjunto de seis bloques dispuestos en doble eje de simetría. Las plantas bajas absorben el desnivel de 5,5 metros entre las calles Raset y Freixa, evitan los comercios en fachada y alojan despachos separados de la calle. El espacio semipúblico que queda entre los seis bloques forma parte de un mismo paisaje arquitectónico, determinado por la plaquita cerámica del revestimiento, las persianas verticales de madera vista y la combinación de los rellaves con una vegetación profusa. La vivienda extrapola la planta escalonada de las anteriores casas unifamiliares. Una estructura en base a pies derechos metálicos y forjados reticulares permite recortar los perímetros de las losas y distribuir los paramentos con independencia de los requerimientos estructurales.
Este conjunto residencial se encuentra dentro del plan urbanístico que durante las décadas de los 60 y de los 70 rigió la manera de construir las nuevas viviendas que se situaban en la parte alta de la ciudad de Barcelona, buscando distanciarse de la contaminación acústica de una ciudad con más coches todos los días y, en consecuencia, más ruido.
En esta línea, los conjuntos de viviendas dentro del trazado de las calles son aislados, dejando espacios generosos entre los bloques por el paso óptimo de la luz, multiplicando sus fachadas y dando lugar al verde que envuelve las plantas bajas. En el conjunto Banco Urquijo, Coderch desciende la altura de los bloques, por lo que los espacios que deja entre los cuerpos pueden ser más limitados; así se acerca al ideal de vacío entre calles y, escalonándolos, consigue acotar el paisaje interior.
El hecho de ser pisos de alto standing obliga a que la distribución tenga doble acceso (uno de ellos segregado por el servicio) tanto en puerta como en ascensor. Los estares de los bloques, al quedar enfrentados, se dotan de un filtro vertical de madera que da calidez a los espacios interiores y complementa el revestimiento de plaquita cerámica empleado por la fachada. El retranqueo de las habitaciones en busca de luz e intimidad coincide con los ensayos del arquitecto en sus experiencias previas en vivienda unifamiliar.
El conjunto de viviendas proyectado por José Antonio Coderch se realiza por encargo del grupo Banco Urquijo, en un solar rectangular achaflanado que conforma una manzana completa. Según el proyecto original, el conjunto consta de seis bloques exentos compuestos por dos plantas sótano destinadas a garaje e instalaciones y un centro cultural, planta baja con locales comerciales y accesos; y cuatro o cinco plantas superiores destinadas a vivienda. El solar presenta un desnivel topográfico que condicionará el proyecto. Para adaptarse a la escala predominante y suavizar el desnivel en el propio conjunto alinea en altura los bloques, las últimas plantas consistirán en áticos de menores dimensiones que se alejan de la calle mediante característicos retranqueos. Los espacios intermedios se completan con patios ajardinados.
La planta tipo contiene dos viviendas por rellano, simétricas, en cuyo centro se sitúa el núcleo de comunicaciones verticales. Se comunican con él por un acceso principal que da al vestíbulo y otro de servicio que conecta con la cocina. En el interior, el vestíbulo articula tres zonas diferenciadas: el ala de noche compuesta por una agregación de dormitorios, la zona de día que ocupa la franja central y las áreas destinadas al servicio doméstico.
La estructura consiste en un sistema de pilares metálicos y forjados de hormigón armado. La fachada la forman muros de revestimiento cerámico y aberturas exteriores, cuidadosamente protegidas mediante un cerramiento de lamas verticales de madera.
El Edificio de Banco Urquijo constituye uno de los ejemplos más claros de la reflexión desarrollada por Coderch en torno a la vivienda urbana. Por un lado, se aprecian sus esfuerzos por hacer más habitable la ciudad, aunque al mismo tiempo el arquitecto aspire obstinadamente a proteger el hogar mediante el límite que la fachada establece claramente entre el interior y el exterior. El resultado tipológico termina conformando un híbrido entre la ciudad-jardín y la vivienda urbana de tipo bloque continuo. Una suerte de ruralización de lo urbano a través de una operación de extrusión en altura –como si de un juego arquitectónico se tratase– de los modelos de viviendas unifamiliares proyectadas por el arquitecto hasta ese momento.
