En el polígono industrial de Can Sant Joan, en las afueras de Barcelona, en un solar junto al nudo de la autopista A-7 y la B-30, se proyecta un edificio de oficinas y naves industriales que debe tener una fuerte y representativa imagen desde la autopista y, al mismo tiempo, una buena integración en el paisaje.
El proyecto propone, siguiendo las ordenanzas de aplicación y requerimientos del programa, un edificio dividido en dos partes. Una nave industrial, con acceso desde la parte noreste del solar que, si fuera necesario, pueda funcionar independientemente del resto del edificio. Esta nave se dispone a la distancia adecuada del límite del solar para permitir la carga y descarga y giro de las maniobras de los camiones. La nave es de forma rectangular, excepto en el extremo oeste que gira siguiendo un arco de circunferencia de forma que permite que el resto del edificio gire y se adapte a la geometría curva del solar. Esta nave consta de 4 altillos en su fachada de carga y descarga para permitir el control, entrada y salida de mercancías y para ubicar el espacio necesario para administración.
Paralelamente a esta nave, se desarrolla un edificio de PB+IV que alberga las oficinas. Estas se plantean sin ningún tipo de distribución interior, a excepción de los núcleos de escalera, vestíbulos e instalaciones que forman unos espacios compactos en la parte central y en la fachada noreste de las oficinas.
Entre ambos volúmenes (nave industrial y edificio de oficinas) se plantea una calle de entrada a la cota de planta sótano. Esta calle permite la entrada a los aparcamientos, situados en esta planta y otros dos sótanos, pasando bajo cuatro puentes que unen las dos partes del edificio en planta baja.
Las fachadas del edificio de oficinas se han planteado con distintos tipos de piezas de hormigón prefabricado; en la fachada a la autopista, con prefabricados de hormigón blanco agujereados en voladizo, y en la fachada que da a la nave, con prefabricados blanco y gris formando un juego dinámico de tonalidades.
