La Casa Golferichs, conocida habitualmente como el "Xalet", fue proyectada en 1901 por el arquitecto Joan Rubió i Bellver como residencia por el Sr. Macari Golferichs. Esta fue una de sus primeras experiencias en el tema de la vivienda unifamiliar, que después se convertiría en una de las constantes principales de su obra con ejemplos como la Casa Roviralta de 1913, o la Torre de los Pardals de 1919. La alteración que supuso la construcción del edificio anexo y el cambio de uso residencial por el de centro de enseñanza era bastante patente y suponía uno de los puntos principales a resolver en la propuesta. Construido con modestia en sus materiales y sistemas estructurales, colapsó desde el principio la lectura de la Casa Golferichs como chalé, es decir, como construcción exenta por tres de sus lados. Este edificio impedía no sólo la contemplación y recorrido perimetral de la Casa, sino que eliminaba el importante alero e imposibilitaba el acceso al pequeño patio trasero. Uno de los primeros objetivos era, pues, devolver al chalé su cariz original. A tal efecto, se derribó el sector posterior del edificio anexo rehaciendo un nuevo núcleo de comunicaciones. La actuación en este punto se valoraba como primordial puesto que establecería la futura relación entre los dos edificios. La nueva escalera se adosa a la medianera y los servicios se concentran a su alrededor. Esta solución libera el máximo de superficie en planta y permite obtener una fachada transparente. Por un lado, esto posibilita incorporar la nueva pared de la escalera, la medianera existente y la fachada del edificio dentro de un mismo sistema de ordenación; por otro, la querida relación visual de cada vestíbulo con la cercana Casa Golferichs. La tradicional tipología del Eixample, donde las ligeras galerías se abren en el patio trasero, se recuperaba aquí por la necesidad de reconstruir una nueva fachada y dar un nuevo acceso al edificio. En el interior de la Casa Golferichs, bastante dañado y deteriorado en muchos lugares, se valoró especialmente la estructura espacial y distributiva donde las diferentes salas se disponían en torno a un núcleo central, provocando una serie de visuales y transparencias. Si bien la mayoría de los elementos, como techos, arrimaderos, escaleras, esgrafiados, etc., fueron completados o rehechos siguiendo miméticamente el modelo existente, en algunos casos puntuales la singularidad o el emplazamiento estratégico de algunas piezas aconsejó buscar el contraste. Este contraste, basado en las diferentes texturas y lógica constructiva de un material moderno como es el acero inoxidable, se incorpora de forma sobrepuesta y objetual.

En los años ochenta, los locales nocturnos de Barcelona se convierten en un cierto ámbito diferenciado de otros tipos de actuaciones. En el proyecto del Unbar interesaba la relación entre los diferentes materiales, manteniendo siempre la coherencia de su diferente expresión formal. El local experimentaba el espacio creado a partir de la dualidad y el contraste entre diferentes lógicas constructivas. Por un lado, la curva configurada por listones de madera transformaba el perímetro irregurlar del local inicial dejando un pasillo de servicio y dos pequeñas barras. Por otro, las paredes estucadas y los planos horizontales de acero inoxidable se contraponían con unas geometrías y texturas completamente diferentes. El acero inoxidable, pensado no como revestimiento sino como soporte, permitía ofrecer en las barras y estantes unas superficies brillantes con un grueso mínimo. La flexibilidad de los listones de madera, en cambio, tenía la virtud de adaptarse a la curva y ofrecer una textura basada en las sombres y el color.

La afectación provocada por el trazado de la Ronda de Dalt en la situación del Campo de Fútbol del barrio de Roquetes, utilizado por los Clubs de Fútbol Roquetes y Muntanyesa, provoca su redistribución en el interior de la parcela, resultando el traslado del anterior edificio de servicios y gradas. El proyecto incluye el derribo de todas las construcciones previas; la realización de los nuevos muros de cierre adaptados al perímetro modificado del solar; la explanación, drenaje e iluminación del campo de juego y la construcción de una grada, equipada en su interior con servicios y vestuarios. Las rasantes en pendiente de Via Júlia respecto a la cota del campo hacen que el acceso propuesto en la esquina con la Calle d'en Tissó se provoque a través de un gran balcón, desde el que se puede acceder tanto a la grada como a las zonas de servicio a nivel del terreno de juego. En la confluencia con la Ronda, un nuevo muro circular afianza la esquina e incluye en su interior los vestíbulos de jugadores. La forma y dimensión del solar resultante, así como el importante límite con la Vía Júlia, dan lugar a una colocación que consolida la fachada a la Calle de Tissó, donde se sitúa la grada para espectadores. Se trata de una pieza rectangular protegida por una marquesina igualmente rectangular, identificable desde la Via Júlia. La parte superior del edificio, en conexión con las gradas, es una azotea-mirador donde se coloca un pequeño bar, ampliando así el espacio para uso de los espectadores. Desde esta azotea se ofrece un nuevo contacto con la calle a través de una rampa. La construcción propuesta es básicamente una estructura de muros y pilares de hormigón armado que soportan una losa continua, también de hormigón armado, sobre la que se adapta la grada. Los mismos muros que soportan la mencionada losa son los que contienen el desnivel existente entre la calle y la zona de juego y finalmente aparecen como fachada o cierre del edificio.

Se trata de una operación que incluye dos edificios ubicados en el caso antiguo de Barcelona, cerca de la iglesia de Santa María del Mar. Uno de ellos forma el chaflán de la calle Ases con la calle Espaseria. El edificio proyectado, de cuatro plantas de altura, se organiza con un solo acceso vertical que sirve a dos viviendas de unos 40m2 de superficie útil en cada planta. Todas las piezas de servicio ventilan por un único patio interior que, por el hecho de ser anexo y mancomunado con una de las fincas vecinas, mejora la ventilación e iluminación de algunas de sus habitaciones. En las fachadas, el hueco tipo de las ventanas respeta las proporciones habituales de las edificaciones vecinas y pretende redefinir a través del material con el que se resuelve -el aluminio- una propuesta que escape del puro mimetismo contextual, buscando una solución integral para marcos, brancales, antepechos, porticones, e incluso, barandillas. Unas pérgolas en la cubierta y bandas verticales metálicas en los límites de las fachadas configuran los elementos de relación con el entorno más inmediato del edificio.

El proyecto dispone de un edificio principal, de planta baja más tres plantas, donde se aloja buena parte del programa, y otro edificio situado en el extremo opuesto del solar destinado al gimnasio. Ambos edificios, junto a la rampa que los conecta, delimitan el ámbito de la pista deportiva. La ausencia de alineaciones claras en las que apoyar las edificaciones y la irregularidad de los perímetros propician una solución que genera una geometría propia para definir los diferentes espacios, dejando el resto del solar, hasta los márgenes, como patio de juego. El edificio principal está formado por un anillo exterior de estructura de hormigón donde se colocan las aulas, y un cuerpo central de estructura metálica y plementería de pavés que contiene las tutorías, los accesos y el salón de actos, un gran patio central cubierto situado por debajo del terreno.

El proyecto propone colocar los programas de la escuela sobre el solar de tal manera que, aun haciendo posible la diferenciación de los dos centros, se optimice al máximo su proximidad y la posibilidad de concentrar ciertos servicios. La escuela existente queda como edificio principal que da fachada a la plaza y es donde se ubicará el programa básico del instituto. En el otro extremo del solar, una nueva edificación constituye la fachada opuesta y tendrá que contener el programa docente de la escuela. El resto del solar limitado por estos dos edificios, se subdivide en dos partes, a partir de la colocación de una edificación central que tendrá que contener aquellos usos que pueden ser compartidos por los dos centros: el gimnasio y el comedor.

Se ha querido dar el máximo de unidad a los dos fragmentos de manzana, tanto para conseguir una terminación digna del conjunto como para hacer posible la comprensión de ambas partes como pertenecientes a una misma lógica proyectual. Se plantean dos escaleras de dos viviendas por rellano en la calle Girona con una altura de PB + 4 plantas. Esta parte del solar contiene 16 viviendas (7 viviendas de 90 m2 útiles con 4 dormitorios y 9 viviendas de 70 m2 útiles con 3 dormitorios). En el lado de la calle Riera Gasulla se propone una única escalera con tres pisos por rellano. La planta tipo contiene 2 viviendas de unos 70 m2 útiles, con el mismo programa que el mencionado anteriormente, y una vivienda menor de 1 dormitorio. En la planta superior se suprime la vivienda más cercana a la medianera proporcionando un aumento de superficie a una de las viviendas restantes y configurando un total de 8 viviendas. La suma total es de 24 viviendas. Se ha creído oportuno situar todas las salas de estar-comedor en el exterior y con la mejor orientación posible. Es por eso que, o dan directamente a sur, o son pasantes y dan a dos lados opuestos. Los pliegues de fachada mejoran la orientación de las diferentes estancias de la vivienda y permiten un adecuado contacto con el exterior, contribuyendo a uniformar el número de aperturas. Todas las cocinas ventilan al exterior mediante un lavadero-tendedero y un patio destinado a instalaciones. En la planta baja se ubican los 3 vestíbulos con entrada a nivel desde las calles. Se prevé un espacio para la reubicación de una estación transformadora y 3 locales comerciales, dos en las esquinas y otro donante en la calle Girona. También en planta baja se contempla el acceso al aparcamiento que contiene 9 plazas a nivel de planta baja y 17 en planta sótano. La estructura del edificio se ha planteado como una sencilla y ordenada retícula. Esta disposición, junto a unas luces regulares y razonables de entre 4 y 6 metros, permite un buen aprovechamiento. El cerramiento exterior es de obra vista y la cubierta es de teja cerámica, con una pendiente del 30%.

En el edificio patrimonial de Can Regàs se respeta íntegramente la fachada y el esquema estructural de tres crujías con muros de carga. La ampliación hace referencia al crecimiento lineal de las parcelas, perpendiculares al río y la carretera, y se distancian claramente de la altura de la primera línea edificada. Al mismo tiempo, pretenden crean una fachada discontinua, capaz de organizar los espacios posteriores de la nueva plaza. En el edificio original se trabaja sobre la pauta proporcionada por las crujías existentes. La nave central, en planta baja, actúa como vestíbulo y sala multiusos de todo el edificio. A partir de ésta se accede al núcleo de comunicaciones verticales, situado en la crujía sur, y a la sala de actos y la biblioteca, situados en los edificios de la ampliación. De esta manera se consigue reducir claramente los espacios de circulación, a la vez que se enfatiza el carácter representativo del espacio más característico y valioso del edificio.

El proyecto plantea la ordenación de superficie del Paseo Garcia Fària entre las calles Bilbao y Josep Pla. Previamente al año 1992, con la construcción de la Ronda Litoral, se dio forma al Paseo Garcia Fària con una sección de doble calzada. En el lado mar, la construcción de un parking adosado al muro de contención de la Ronda dejó su cubierta pendiente de urbanización. El nuevo esquema viario ha desplazado la circulación junto al mar de Garcia Fària al otro lado de la Ronda y ha prolongado las calles Bac de Roda y Selva de Mar en forma de puente sobre la Ronda Litoral. La incorporación viaria al tronco central de la Ronda situada a la altura de Josep Pla se ha trasladado al cruce de Selva de Mar con Garcia Fària, provocando el derribo de parte del aparcamiento existente. La nueva súper-isla de Diagonal-Mar entrega a Garcia Fària una nueva rasante que ha obligado a modificar el perfil longitudinal de esta calle entre Selva de Mar y Josep Pla. Todo esto provoca que el ámbito de actuación haya quedado definido como la superficie existente entre la media actual y el límite de la Ronda Litoral, más la calzada montaña del tramo entre Selva de Mar y Josep Pla. La pieza resultante para urbanizar es una franja de unos 40m de ancho y aproximadamente 1,3 km de largo, dividida en tres pastillas por la vialidad que cruza la Ronda Litoral. Esta franja se divide al mismo tiempo en dos subbandas: la cobertura del parking dando a la Ronda y el espacio restante entre la media actual y el muro del aparcamiento. El proyecto parte de esa consideración y consolida la división dando forma a un paseo pavimentado sobre el aparcamiento y a una faja ajardinada. Las sobrecargas admisibles del aparcamiento existente (1.000 kg/m2) y el futuro mantenimiento del mismo han supuesto la decisión de abandonar la posibilidad de ajardinar y construir sobre su cubierta. Por eso se ha pensado en un pavimento asfáltico de dos colores como protagonista de esta franja destinada mayormente al tráfico de bicicletas, circuitos de fitness, jogging y otras actividades similares. Pensamos que enfatizar la gran dimensión de este espacio, despojándolo de elementos superpuestos, refuerza una de sus cualidades primordiales. En el resto del paseo se propone un jardín lineal organizado a través de piezas verdes trapezoidales que permiten la permeabilidad entre los pasos de peatones y la esplanada sobre el parking. El cosido de ambas zonas se realiza gracias a las interrupciones de los parterres y a las plataformas sobre elevadas, solapadas con la cubierta del aparcamiento, que actúan como miradores sobre el mar. Algunas de las zonas plantadas se elevan sobre la rasante natural, ofreciendo planos de césped vertidos también hacia la playa. La organización del paseo ha debido tener en cuenta el cruce de vehículos hacia las rampas de acceso a los aparcamientos, muy alejadas de la nueva línea de acera. Estos cruces se realizan en forma de brecha entre la vegetación. Para paliar la fractura provocada por las rampas se construyen unas pequeñas losas que, en forma de puente, las cruzan en su punto central. La llegada a los nuevos puentes de Bac de Roda y Selva de Mar obliga a recrecer el paseo en estos puntos para conectarlo con las nuevas rasantes. La sección transversal se ha pensado con pendientes de entre el 1,5% y el 2% hacia la calzada de Garcia Fària. La necesidad de permitir el drenaje y el nuevo ancho del paseo obligan a crecer las rasantes sobre el actual aparcamiento y, consecuentemente, a la sobreelevación de la barandilla existente, que se realiza mediante una pieza prefabricada de hormigón que se encaja en el muro original. La plantación se ha planteado con especies apropiadas a la singular situación del paseo: primera línea de mar, sin elementos construidos que le protejan de su influencia. Organizada en fajas, ayuda también a entender unitariamente todo el paseo. Básicamente, existen dos tipos de parterre. Los que se vierten hacia el Paseo Garcia Fària se plantan en bandas ordenadas por altura de vegetación: las dos primeras son gramíneas de diferente altura y finalmente se sitúan en los tamarindos. Los parterres con doble pendiente se tapizan con césped en la vertiente vertida hacia el lado mar y se plantan con una masa de adelfa blanca en la vertiente opuesta. En algunas zonas estratégicas aparecen pequeños bosquetes de moreras sobre tapizante de hiedra, que se convierten en áreas de sombra. Las palmeras se plantan como árboles singulares en grupos de dos o tres. Palmitos, mimosas y plantaciones de lavanda completan el ajardinamiento del paseo. El límite con la calzada rodada se consolida con un parterre lineal que contiene las palmeras existentes y se espesa la plantación de adelfas también existente actualmente. La iluminación se resuelve con una trama de báculos tipo PRIM que organiza toda el área a ambos lados de la Ronda Litoral. Se ha tenido especial cuidado en nivelar la cota de coronación de los báculos con independencia de la topografía variable de los puntos en los que tienen el anclaje.

El proyecto plantea la ordenación de superficie del Passeig Garcia Fària entre las calles Bilbao y Josep Pla. Previamente al año 1992, con la construcción de la Ronda Litoral, se dio forma al Passeig Garcia Fària con una sección de doble calzada con media central. En el lado mar, la construcción de un parking adosado al muro de contención de la Ronda, dejó su cubierta pendiente de urbanización. El nuevo esquema viario ha desplazado la circulación junto al mar de Garcia Fària al otro lado de la Ronda y ha prolongado las calles Bac de Roda y Selva de Mar en forma de puente sobre la Ronda Litoral. La incorporación viaria al tronco central de la Ronda situada a la altura de la calle Josep Pla se ha trasladado al cruce de Selva de Mar con Garcia Fària, provocando el derribo de parte del aparcamiento existente. La nueva súper-isla de Diagonal-Mar entrega a Garcia Fària con una nueva rasante que ha obligado a modificar el perfil longitudinal de esta calle entre Selva de Mar y Josep Pla. Todo esto provoca que el ámbito de actuación haya quedado definido como la superficie existente entre la media actual y el límite de la Ronda Litoral, más la calzada del lado montaña del tramo entre Selva de Mar y Josep Pla. La pieza resultante a urbanizar es una franja de unos 40 m de ancho y aproximadamente 1,3 km de largo, dividida en tres pastillas por la vialidad que cruza la Ronda Litoral. Esta franja se divide al mismo tiempo en dos subbandas: la cobertura del parking dando a la Ronda y el espacio restante entre la media actual y el muro del aparcamiento. El proyecto parte de esta consideración y consolida la división dando forma a un paseo pavimentado sobre el aparcamiento y a una faja ajardinada. Las sobrecargas admisibles del aparcamiento existente (1.000 Kg/m2) y el futuro mantenimiento del mismo han supuesto la decisión de abandonar la posibilidad de ajardinar y construir sobre su cubierta. Por eso se ha pensado en un pavimento asfáltico de dos colores como protagonista de esta franja destinada mayormente al tráfico de bicicletas, circuitos de fitness, jogging y otras actividades similares. Pensamos que enfatizar la gran dimensión de este espacio, despojándolo de elementos superpuestos, refuerza una de sus cualidades primordiales. En el resto del paseo se propone un jardín lineal organizado a través de piezas de verde trapezoidales que permiten la permeabilidad entre los pasos de peatones y la explanada sobre el parking. El cosido de ambas zonas se realiza gracias a las interrupciones de los parterres y a las plataformas sobre elevadas, solapadas con la cubierta del aparcamiento, que actúan como miradores sobre el mar. Algunas de las zonas plantadas se elevan sobre la rasante natural, ofreciendo planos de césped vertidos también hacia la playa. La organización del paseo ha tenido que tener en cuenta el cruce de vehículos hacia las rampas de acceso a los aparcamientos, muy alejadas de la nueva línea de acera. Estos cruces se realizan en forma de brecha entre la vegetación. Para paliar la fractura provocada por las rampas se construyen unas pequeñas losas que, en forma de puente, las cruzan en su punto central. La llegada a los nuevos puentes de Bac de Roda y Selva de Mar obliga a recrecer el paseo en estos puntos para conectarlo con las nuevas rasantes. La sección transversal se ha pensado con pendientes de entre el 1,5% y el 2% hacia la calzada de Garcia Fària. La necesidad de permitir el drenaje y el nuevo ancho del paseo obligan a crecer las rasantes sobre el actual aparcamiento y, consecuentemente, a la sobreelevación de la barandilla existente, que se realiza mediante una pieza prefabricada de hormigón que se encaja en el muro original. La plantación se ha planteado con especies apropiadas a la singular situación del paseo: primera línea de mar, sin elementos construidos que le protejan de su influencia. Organizada en fajas, ayuda también a entender unitariamente todo el paseo. Básicamente, existen dos tipos de parterre. Los que se vierten hacia el Passeig Garcia Fària se plantan en bandas ordenadas por altura de vegetación: las dos primeras son gramíneas de diferente altura y finalmente se sitúan en los tamarindos. Los parterres con doble pendiente se tapizan con césped en la vertiente vertida hacia el lado mar y se plantan con una masa de adelfa blanca en la vertiente opuesta. En algunas zonas estratégicas aparecen pequeños bosquetes de moreras sobre tapizante de hiedra, que se convierten en áreas de sombra. Las palmeras se plantan como árboles singulares en grupos de dos o tres. Palmitos, mimosas, y plantaciones de lavanda completan el ajardinamiento del paseo. El límite con la calzada rodada se consolida con un parterre lineal que contiene las palmeras existentes y se espesa la plantación de adelfas también existente en la actual media. La iluminación se resuelve con una trama de báculos tipo PRIM que organiza todo el área a ambos lados de la Ronda Litoral. Se ha tenido especial cuidado en nivelar la cota de coronación de los báculos con independencia de la topografía variable de los puntos en los que tienen el anclaje.

La urbanización del margen del río Besòs en Santa Coloma de Gramenet había generado un frente edificado que daba la espalda al río. La transformación del cauce del Besòs en un nuevo espacio público de calidad planteó la necesidad de reordenar su fachada. El edificio de viviendas que aquí se presenta corresponde al desarrollo de la segunda fase de un planeamiento que pretende alcanzar los siguientes objetivos: - Garantizar la apertura de la ciudad en el río estableciendo continuidades visuales y generando nuevos espacios públicos. La nueva plaza central, llamada Plaza de las Culturas, quiere favorecer la permeabilidad entre el río y la ciudad. - Resolver la doble escalera que el sitio presenta, compatibilizando la respuesta a la nueva fachada fluvial con la voluntad de integrar la edificación con el tejido urbano existente. - Permitir que las nuevas viviendas disfruten mayoritariamente de unas óptimas condiciones de vistas y luz solar.

Situado a medio camino entre la acera de la calle y uno de los recorridos proyectados para el parque, el edificio pretende dar sentido al desnivel existente entre la calle y la esplanada del fondo del torrente. Se propona la construcción de dos plantas con el fin de construir una volcada sobre el parque y que recupera la cubierta para espacio público a cota de ciudad, y otra sobre la rasante de la calle que se convierte en el acceso principal y garantiza la visibilidad de la biblioteca desde la ciudad.

El proyecto consiste en la rehabilitación de la antigua fábrica textil Marfà como centro cívico y biblioteca. El fuerte carácter de la nave determina el nivel de intervención del proyecto. Se decide demoler todas las edificaciones no originales para acentuar el volumen principal y diseñar una nueva extensión en planta baja que organice el espacio público y la entrada. En el interior se evita colocar falsos techos y revestimientos opacos para poner de relieve la estructura original de la nave.

Visible des del Castell i el Pont, l’edifici vol ser reconeixible per la capacitat de donar resposta als diferents àmbits on se situa, a mig camí entre el parc i la ciutat. L’edifici es fragmenta per obtenir un perímetre necessari per a la disposició del programa, al mateix temps que permet travessar-lo facilitant els recorreguts en diagonal i establint relacions des del parc cap a l’Avinguda i des de la ciutat cap al nou recinte firal. Aquesta planta permet configurar una bona disposició del programa establint crugies òptimes per a cadascun dels usos, reduint la circulació interior i generant espais de relació. L’element separador, de gruix variable, serveix de transició, conté espais servidors i afavoreix l’absorció acústica. A l’exterior, el revestiment modular, a base de pannells de formigó arquitectònic de gran format, garanteix la continuïtat de la textura de la façana al mateix temps que adequa el seu tractament a cadascuna de les orientacions i les necessitats dels usuaris.

Este nuevo edificio de viviendas está situado en un lugar singular cerca de Collserola, donde la pequeña escalera de las edificaciones domésticas vecinas se mezcla con equipamientos docentes o asistenciales de mayor entidad. La propuesta busca una escala de implantación adecuada al entorno, complementando la domesticidad del tejido residencial unifamiliar con la mayor dimensión y escala de otras prendas en su entorno. Se plantea un edificio en forma de L alineado en las calles y abierto hacia la buena orientación y las vistas, donde la mayoría de las viviendas dan a sur o sureste. La volumetría del edificio es compacta hacia la calle, con una fachada norte en la que se disponen los pasillos de acceso a las viviendas y se genera un filtro energético. Al otro lado, se descompone y se escalona hacia el interior del solar, haciendo más doméstico el contacto con los patios vecinos. El acceso principal se sitúa en una cota intermedia que acerca el edificio a la calle Quatre Camins. La adaptación a la topografía permite la creación de dos grandes espacios comunitarios, donde la gente mayor podrá realizar actividades al aire libre. El primero, situado en planta primera, es una terraza en relación directa con el espacio de jardín y el otro, en la planta tercera, conecta con lavandería y cubierta. Todas las viviendas disponen de un espacio confortable que las relaciona con el exterior, adentrado para obtener una mejor protección frente al viento y privacidad respecto a los vecinos. Complementariamente, las celosías cerámicas y las persianas orientables funcionan como moduladores de la temperatura y son una medida pasiva de ahorro energético que incrementa el confort de los usuarios. De forma general, se propone una construcción de mínima huella ecológica y de baja demanda energética, compacta y con un buen aislamiento térmico. El aprovechamiento de la radiación solar y una ventilación mecánica con recuperación de calor, siguiendo los estándares PassivHaus, permite una reducción del consumo total en un 75% y una calificación energética A.

El edificio del Mercado de Sant Antoni, construido según un proyecto del arquitecto Antoni Rovira i Trias y el ingeniero Josep M. Cornet i Mas, en 1882, es uno de los edificios públicos más emblemáticos del Eixample barcelonés. Ocupa una manzana entera y se organiza en forma de cruz griega, reproduciendo en geometría y dimensión el trazado de las alineaciones del Eixample. La cubierta. El paso de los años había desfigurado la cubierta original, sustituyendo la teja por placas de fibrocemento. El proyecto ha recuperado su acabado de teja cerámica de dos colores, colocada sobre paneles de madera. También se han mantenido cuando ha sido posible las correas de soporte de madera originales. Se han rehecho los lucernarios sobre las naves que en algún momento habían sido cegados. Las murallas. La existencia de una parte enterrada del baluarte de Sant Antoni, y de la correspondiente contraescarpa, han sido elementos determinantes en la redacción final del proyecto. Se propone el mantenimiento íntegro de la parte del baluarte existente y el mantenimiento casi íntegro de la contraescarpa, haciendo posible entender y revivir el espacio del foso de la muralla. Estas preexistencias se han incorporado en el proyecto como una oportunidad para aumentar el interés ciudadano del conjunto. Tres mercados. La propuesta de organización del programa funcional del Mercado pasa por hacer posible, por primera vez, la cohabitación de los dos mercados (Mercado del Fresco y Mercado del encanto), en el interior, sin que se estorben mutuamente. La propuesta de disposición de los puestos respeta los ejes centrales que permiten percibir la dimensión completa de la diagonal de la isla. En cuanto al exterior, se ubica el Mercado Dominical bajo pérgolas situadas en el perímetro de la isla. La sección. El edificio muestra la capacidad de interrelacionar los distintos usos que contiene. En plantas sótano se combinan las alturas para conseguir un mayor gálibo en el área de carga y descarga. Un primer sótano se dedica a los nuevos usos comerciales, centro cívico y museo.

L'exposició mostra el treball d’un grup d’arquitectes catalans i balears -aquells que anomenem 'nous realistes'- que arrel de la crisi del 2008 i conscients de que s’iniciava un canvi de cicle tant en la societat com en la professió, redefiniren uns nous paràmetres en l’exercici de l’arquitectura. És una nova generació d'arquitectes que posa en qüestió els paràmetres expansionistes amb els quals es treballava fins aleshores, i que s'enforteix a mesura que l’emergència climàtica es fa més palesa